El Perro Andaluz: Modernidad y progresía en la Málaga de los setenta.

16 Feb

Debe ser producto del desconocimiento o más bien de la inexistencia, el que a día de hoy no consten en Málaga lugares, locales, bares o tugurios donde se pueda afirmar que se reúnan las gentes “despiertas” o simplemente un poco más comprometidas con la política y la intríngulis social en todos los niveles.

Este tipo de corrientes no deben relacionarse con lugares sombríos de mesas y sillas incómodas. Más bien todo lo contrario. Puede tratarse de espacios de música fuerte y poca luz pero donde se reúnan gentes con unos pareceres algo similares en cuanto a su visión social.

En la Málaga actual, lo más cerca que te puedes encontrar de un lugar así es El Casino, en calle Pedro de Toledo, donde una noche de alboroto puedes descubrir reuniones interesantes. En cualquier caso, la “democratización” y unificación de la noche malacitana ha hecho que no exista una profusa diferencia entre un local y los 54 siguientes puesto que, en muchos de los casos, están cortados con el mismo patrón.

Ante esta realidad en la que vivimos, es necesario recordar, conocer y promover la recuperación de lugares como lo fue la discoteca El Perro Andaluz.

En el paseo de Sancha, tras la muerte de Franco y de la mano de Enrique Diestro y un peso pesado de la hostelería y vida social malagueña como es Curro Conde, abre sus puertas una discoteca que supo atraer a un segmento de la sociedad por cuyas manos ha pasado mucho del presente actual de esta tierra. Los nombres de aquella época hoy son reconocibles por todos siendo en aquellos tiempos “jóvenes” que movían ya sus mentes por Málaga.

En una casa que fuera el hogar de una reconocida familia malagueña – de las de toda la vida-, se asentaba la sala de fiestas que Conde dejó en manos de un arquitecto malagueño para su rehabilitación. Este experto y asiduo cliente del local era Pepe Seguí, uno de los arquitectos responsables del mayor número de proyectos de envergadura realizados en Málaga.

El diseño del local era de por sí uno de los atractivos del lugar puesto que combinaba una gran sala con otro espacio elevado y reservado, dando a la sala un toque aún más selecto.

El nombre de la discoteca pertenece a otro de los protagonistas de estas corrientes: Salvador Moreno Peralta. La idea de Conde era la de trasladar a Málaga esos ambientes un poco más intelectuales y comprometidos que, hasta la fecha, se quedaban en Torremolinos y algunos locales de Pedregalejo. Ante este planteamiento y teniendo en cuenta los tiempos que corrían de transición democrática y explosión de libertades, qué mejor forma de bautizar a un local, que quería ser encuentro de gentes con esos ideales, que con el título del corto que rodaran Buñuel y Dalí allá por los años veinte. Fue el arquitecto Salva Moreno quien tuvo la idea del nombre que reflejó a la perfección la vida del local.

Málaga fue y sigue siendo un lugar donde hierven ideas y gentes muy comprometidas que en muchos casos acaban por despistarse con superficialidades propias de la ciudad. Esa idea de trasfondo cargado de mensajes revestido de jolgorio y surrealismo es una fiel representación de lo que Málaga es. Y si encima se trata de un cortometraje mudo, ya te das cuenta que nos estaban retratando.

La clave del éxito del local era su clientela. Existía una diversidad de público diferenciada entre la gente de aquí y los invitados ilustres.

Con respecto a los segundos, si alguien relativamente importante pasaba noches de fiesta en Málaga, lo hacía visitando El Perro. Por allí pasaron noches de juerga personalidades de la talla del escritor y poeta Antonio Gala, la actriz Ava Gadner, la modelo Amparo Muñoz, el diestro rondeño Antonio Ordoñez, el artista Demis Roussos o el actor Antonio Ozores así como los  prestigiosos urbanistas y arquitectos Manuel Solá, Joan Busquets o Eduardo Leira. A esta lista, que es interminable, de personajes que pasaron noches festivas en aquel rincón hay que sumarle la gente de la ciudad. El Perro Andaluz era un lugar donde había espacio y momento para la fiesta y también para las reuniones serias. Aquí se congregaban los arquitectos que mandaban en el Colegio de Arquitectos de Málaga en los años de su “junta roja” donde se reflexionaba sobre planes y proyectos que definieron la fisonomía de la ciudad, aquí también lo hacían los políticos de izquierdas que en aquellos años comenzaban a dar sus primeros pasos en esto de la vida pública. Era rostros habituales los de Damián Quero, José Seguí, Machuca o Adolfo Gea.

En el perro se celebraba la legalización del Partido Comunista desde las clases más “pudientes” –que también las hay de izquierdas-  conformándose un ambiente de progresía a ritmo de Saturday´s Night Fever. Para muchos, este tipo de situaciones donde gente, encuadrada de inmediato en el grupo de personas ultraconservadoras por el hecho de su procedencia o diversos aspectos superficiales, eran vistas con desprecio al no entender la compatibilidad de unas ideas con estilos distintos al predefinido.

Otra de las singularidades de este espacio único era el servicio del local y su música. Se trataba de una discoteca con un servicio exquisito. Con camareros perfectamente uniformados con traje y pajarita, un gran animador y una música que sonaba desde la cabina capitaneada por alguien muy especial. Se trataba de Roberto,  un joven de ventitantos años muy culto y también muy anárquico. Manejaba toda la música del momento y fue miembro de distintas bandas hasta que finalmente formó un grupo con el que vivió hasta el fin de sus días hace ahora unos cuantos meses. Se trataba de Rockberto, el alma de Tabletom.

Así era El Perro Andaluz. Un local de éxito que murió por caducidad y quién sabe si por ser fiel reflejo de lo que es Málaga. Para el recuerdo queda la memoria de aquellos que participaron de ese proyecto y de la idea y trabajo de personas como Curro Conde que supo aunar de forma magistral diferentes corrientes y ambientes en un espacio único.

Al final Málaga vive de recuerdos de lo que fue y ya no es. En cierto modo es un bucle del que nunca salimos pero con el que vamos creciendo poco a poco. La incertidumbre que me asola es que, por más que busco, no encuentro lugares así a día de hoy. Puede que no los haya buscado bien o que estén a punto de resurgir.

Viva Málaga.

2 respuestas a «El Perro Andaluz: Modernidad y progresía en la Málaga de los setenta.»

  1. Me encantaba ir al perro andaluz,que pena que lo cerraran yo paso muy a menudo por allí y me trae muy buenos recuerdos.Ah y sigo teniendo mi carnet de socia del aquel entonces…

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