El Destino de Barbie

10 Nov

ken_barbiePues no, los matrimonios entre homosexuales no van contra natura; los que van contra natura y contra toda lógica son los matrimonios entre homosexuales y heterosexuales a los que nos ha habituado la tradición.
Solían darse en los pueblos y en los tiempos de posguerra como un pacto: el gay necesitaba protegerse de las habladurías; la mujer necesitaba comer. Se trataba, en fin, de un sacrificio inútil, pues, tarde o temprano, la pluma salía “al vento”. Cantaba la genética, cuando los hijos del gay salían gays o, en el caso de no haber hijos, cantaba la mujer a las vecinas sus décadas de abstinencia (“30 años me ha tenido este hombre a palo seco”).
Aunque parece que estas cuitas también se dan en los más glamurosos círculos, como demuestra la trágica historia de Barbie, presente estos días en diarios y telediarios. Asistimos a la ruptura de un noviazgo que ya formaba parte de nuestra educación sentimental. La exuberante rubia junto al circunspecto Ken de la pajarita formaban el arquetipo de pareja que varias generaciones de niñas identificaron con su ideal de armonía conyugal
Barbie, desde un principio, aceptó entusiasta al compañero que le había diseñado Mattel. Le gustaba su porte viril a lo Rock Hudson y esa puntualidad galante con la que la recogía en su casa rosada para llevarla de pic-nic o de fiesta en fiesta. Pero no tardó mucho en advertir cierta rígida frialdad contra la que nada podían sus elegantes y provocativos modelitos. Ninguna de sus artificiosas armas de mujer lograban perturbar su caballerosidad cartón piedra: ni un guiño, ni una caricia, ni una pícara proposición.
Así que ella, como la gata sobre el tejado de cinc caliente o como la gata caliente sobre el tejado de cinc, lo intentó todo. Pasó por el cirujano: aumentó el tamaño de sus pechos y redujo el contorno de su cintura. Pero Ken, ni puto caso.
En un último intento desesperado, cierto día, que se dirigía a casa de Ken para sorprenderlo con su nueva colección de ropa interior, lo encontró sobre el lecho en pleno desafuero erótico con un Geiper-man.
Hasta aquí hemos llegado, Ken, sentenció Barbie, intentado mantener la entereza.
Ahora dicen que tiene un nuevo amigo californiano; sólo amigo, porque a éste se le ve la pluma desde un principio. Él es el confidente de sus aventuras, pues la desengañada rubia ha decidido practicar la frivolidad: Hoy sale con un clic de Famobil, mañana con el madelmán explorador, pasado con un Master del Universo. A día de hoy se acomoda a su Destino y no quiere sufrir más.

5 respuestas a «El Destino de Barbie»

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