Nueva aportación municipal a nuestra RAE

1 Mar

Nuestro Consistorio vuelve a enriquecer el español con un concepto revolucionario que puede dar lugar a toda una familia de palabras.

No está pagada la labor que nuestro Ayuntamiento realiza en favor de la expansión del español. Sin que la Real Academia de la Lengua se percate, en el sur de España una casa consistorial, la de Málaga, lejos de limitarse a emplear en sus comunicados oficiales la lengua que tanta urticaria provoca a Quim Torra, no hay mes del año que no proponga una o varias palabras nuevas como si se tratara de una María Moliner en la sombra.

En esta ocasión, la aportación es de tal calibre, que ya está tardando el director de la RAE, el jurista cordobés Santiago Muñoz Machado, en incorporar a esa docta institución, en nombre de nuestro lenguaraz Ayuntamiento, al alcalde Francisco de la Torre.

Sería lo mínimo que la decencia exige después de conocer, por una estupenda nota de prensa publicada esta semana, que el Ayuntamiento de Málaga va a reforzar las zonas 30 de la ciudad «como vías ciclabes» con el fin de fomentar el uso de la bici.

Atención, no se confundan, porque no hablamos de una calle en la que el suelo se encuentra topado por los chicles, como muchas veces luce la explanada de El Corte Inglés o la avenida de Andalucía, en cuyo caso hablaríamos de una vía o espacio chiclable -apropiado para los chicles- sino de una aportación todavía más audaz y como la de los chicles, no recogida por el diccionario de la Real Academia.

Claro que la palabra puede dar lugar a confusión, porque ciclar, según la misma RAE, es «bruñir y abrillantar las piedras preciosas» y una calle tan bruñida y rica ni siquiera la encontramos en la Milla de Oro de Marbella… si acaso en el famoso camino de las baldosas amarillas de El mago de Oz, pero desde luego en Málaga, ni rastro.

En realidad, nuestro Consistorio califica de vías ciclabes aquel conjunto de calles susceptibles de acoger a ciclistas, aunque no cuenten con un carril bici estricto, es decir, separado del resto del tráfico. Lo que ocurre es que, al tratarse de vías en la que, al menos en teoría, los conductores no deben superar los 30 kilómetros por hora, se supone que los amantes de las bicis pueden circular por ella sin que tengan que pensar en terminar el día en urgencias.

Este hallazgo léxico, comentan fuentes municipales, lo recoge a su vez el Consistorio de las asociaciones ciclistas.

Quizás sin saberlo, al inmortalizar el hallazgo en una nota de prensa, nuestro Ayuntamiento ha dado el pistoletazo de salida a una ingente familia de palabras, pues todo carril, incluso sin estar asfaltado, pero susceptible de que por él pueda pasar un autobús bien puede ser una vía autobusable y el desierto de Almería, si en un momento de urgencia hiciera falta un aterrizaje de emergencia, podría convertirse en un espacio avionable.

En cuanto a las mencionadas vías chiclables, las dejamos aquí por si algún cargo municipal quiere hacer uso de ellas en futuras ruedas de prensa. Un placer.

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