Dejación de funciones en una calle de La Palmilla

14 Feb

Entre la comisaría y el centro de salud, frente a la avenida de La Palmilla, vegeta desde hace años una calle con alcorques salvajes y un descuido absoluto.

La calle de la que hablaremos hoy es tan misteriosa como cualquier calle londinense invadida por la niebla, de las que gustaba recorrer Jack el Destripador.

Pero no porque en ella hayan tenido lugar hechos truculentos sino porque nuestra Consistorio ha hecho una simbólica sentada y hay que aclarar que no de las que llevan a cabo estos días algunos miembros de tribus identitarias sino por el expreso deseo de no dar un palo al agua.

Viendo que pasan los meses y los años y que la calle presenta un grado de dejadez municipal de la altura del futuro rascacielos del Puerto, ya no sabe un servidor si esta vía en realidad pertenece a algún recoveco burocráctico, esos clásicos agujeros negros administrativos que hacen que algunos rincones de Málaga luzcan igual que una ciudad maya en mitad de la selva.

La calle protagonista de la crónica de hoy ya lo ha sido en otras ocasiones y en cada una de ellas ha lucido un grado de abandono inusitado, impropio en este caso de la cercanía de unas elecciones municipales.

Por eso el autor de estas líneas elucubra con la posibilidad de que la vía (sin nombre) esté catalogada como algún tipo de vía de servicio que exima a nuestro Ayuntamiento de meterle mano.

Es la única explicación que se le ocurre al firmante, porque está asomada a la concurridísima avenida de La Palmilla y nada menos que separa dos equipamientos oficiales como la Comisaría de la Policía Nacional de Málaga Norte y el centro de salud de La Palma-Palmilla. Pues nada salutífero hallarán en ella. Un catarata de lantanas cae del interior de los jardines de la comisaría, salta el muro y se une a los matojos salvajes que inundan un alcorque en el que no hay ni rastro de ningún árbol. ¿La comisaría no tiene jardineros?, si fuera así, ¿para qué tiene un jardín?

En otro alcorque lo que ha crecido, se ve que sin cuidado alguno por parte de Parques y Jardines, es una palmera cuyas hojas se desparraman casi por el suelo.

El panorama es tan desolador que los malaguitas más incívicos aprovechan para dejar entre el follaje basuras varias y hasta una bolsa entera (posiblemente, el esfuerzo físico de dejar la basura en este lugar tan recogido sea mayor que el de depositarla en el contenedor).

La situación no mejora al final de la calle, donde asoma el Guadalmedina, pero antes de alcanzar el río hay que atravesar una importante barrera de porquería, simbolizada en una rampa de acceso casi enterrada en una montaña de hojas secas. Una pesadilla otoñal que no parece desaparecer en invierno.

La cuestión es por qué no se limpia y adereza esta céntrica calle del distrito. En el caso de que no sea municipal,de alguien será y el distrito de La Palma-Palmilla, que no está tan lejos, debería recordar a quien corresponda la obligatoriedad de limpiarla y no tenerla, año sí y año también, hecha una pocilga.

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