Escombros en nuestro Rally de los Mil Lagos

3 Nov

Un año más, la visita del alcalde al Cementerio de San Miguel coincide con el depósito de varios sacos de escombros en el lateral exterior derecho del BIC. Francisco de la Torre adelanta que el terrizo será urbanizado.

Señalan los expertos que el famoso dejá vu, la sensación de haber vivido ya una escena que sucede delante de nosotros, pese a que ni viajamos en el tiempo ni asistimos cada noche a la misma función de teatro, tiene su explicación. En concreto, radica en cierto mejunje neuronal que provoca que la memoria a corto y largo plazo se solapen y se arme la marimorena.

Y de cierto dejá vu, hubiera o no mejunje neuronal, fue testigo el pasado jueves, Día de Todos los Santos, el firmante, cuando acudió a la inauguración de una obra escultórica del artista malagueño Juan Vega, al pie de la cruz de Torrijos, en el Cementerio de San Miguel. Al acto acudió el alcalde y es como si alguien hubiera esperado al primer edil para colocar en uno de los vanos laterales del Cementerio Histórico de San Miguel su buena ración de escombros, como en años anteriores. Parece ya una triste tradición acoplada al Día de Todos los Santos, porque en realidad tarugos anónimos con el mismo civismo que un tanque aguardan la más mínima ocasión para largar restos de obra, aunque sea junto a la tapia de un cementerio monumental.

Cierto que la evolución humana tiene que ir sorteando las acciones de estos mamelucos para ir avanzando hacia un mundo mejor, pero si el lateral derecho del cementerio estuviera en un estado más civilizado, lo mismo el club de mastuerzos se lo pensaba dos veces antes de dejar su regalito.

Porque, un año más, el lateral derecho presentaba un estado lamentable, y no solo por los escombros: las muchas horas de lluvia de esta semana habían dejado este terrizo abandonado con el aspecto, con tanto coche aparcado, del Rally de los Mil Lagos.

Tan mal estaba la cosa, que en el acceso lateral al cementerio el Ayuntamiento tuvo que colocar gravilla para que nadie tuviera que hacer salto de longitud para entrar en él, pues había un charco que no se lo saltaba un caballo.

Lo que quizás no haga falta es aplanar el cerro incomunicado que se alza delante de esta explanada, porque las lluvias lo están achatando. De cualquier forma, en lo alto subiste un mirador con litronas empotradas desde el que puede verse el vecino huerto urbano de la zona, el camposanto y los escombros.

También, cómo no, la estupenda plaza urbanizada del Patrocinio, a punto de ser inaugurada. El Día de todos los Santos esta sección preguntó al alcalde, a raíz de este esperado arreglo, por el destino de todo el almacén de barro del lateral. Francisco de la Torre adelantó que también será urbanizado y que la mayor parte de él seguirá de aparcamiento, para contrarrestrar la pérdida de plazas tras el arreglo de la plaza del Patrocinio.

La cuestión es que no nos den las uvas de 2030 con este agujero urbanístico espacio-temporal, mientras los mendrugos siguen depositando sus desechos.

 

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