Cómo pasar de una diligencia a un carril bici

19 May

La unión entre El Romeral y Teatinos gracias al bulevar que faltaba entre estos dos barrios, a la altura de Finca La Palma es un bonito trabajo urbanístico en el que no faltan ni doseles.

Hasta ahora, el autor de estas líneas no ha visto ningún anuncio de coches rodado en pleno atasco, aunque todo pudiera ser. La mayoría de este tipo de anuncios tiene querencia por rodarse en esos sitios que casi todos los españoles visitamos cada día, nada más desayunar: los enclaves desérticos.

Como si todos los habitantes de España viviéramos a un tiro de piedra del Gran Cañón del Colorado, la gran pradera americana o el desierto de los Monegros, los coches surcan espacios sin un semáforo ni una puñetera venta en kilómetros a la redonda.

Lugares tan ajenos al embrollo de tráfico diario, escenificado para que el comprador del coche se sienta libre y afloje la guita, difícilmente se dan en una ciudad como Málaga, que para más inri convive desde hace años con unas obras del metro que siguen el ritmo pausado de las eras geológicas.

En todo caso, el otro día, servidor se topó con un escenario ideal para el anuncio de un nuevo utilitario. Se trata de un rincón de la capital al que el firmante le dedicó varias crónicas, sobre todo en los tiempos en los que parecía un lugar trasplantado de la Málaga de comienzos de los años 70. Hablamos del tramo que faltaba por urbanizar entre Teatinos y El Romeral, el que coincide con la Finca La Palma, el barrio de casas de autoconstrucción que es el más antiguo de la zona.

Sin embargo, como bien conocen los lectores bíblicos, los últimos serán los primeros y así ha sido en este caso. El hecho de que unas construcciones bloquearan la futura avenida, la conexión entre las que llevan los nombres de Plutarco y Borges, retrasó la fusión urbanística, que a veces resulta tan complicada como la nuclear.

Una vez expropiadas las casas (la barrera se encontraba a la altura del Colegio Denis Belgrano) quedó en su lugar un terrizo de spaguetti western, en el que las hierbas rodantes del Oeste habrían dado el toque final a una película de Sergio Leone.

Todo esto es historia ya. En abril del año pasado esta sección ya dio cuenta de las obras en marcha. El terrizo ha dado paso a una espacioso bulevar con espacios verdes y una inteligente solución para salvar los altibajos del terreno. Donde antes sólo había espacio para el bueno, el feo y el malo, hoy hasta los ciclistas tienen vía libre para pedalear sin obstáculos.

Y una vez más, el informe urbanístico de la actuación es un prodigio del idioma, capaz de ingresar por sí solo en la colección Visor de poesía, porque sólo una mente alumbrada por las musas puede informar de que la nueva avenida contará con un «dosel arbóreo». Éxtasis total.

Doseles aparte, muchas felicidades a la Gerencia de Urbanismo por este estupendo trabajo. Hace 21 años, ya aparecía la actuación en el PGOU anterior. Se lo tomaron con calma pero el terrizo que pudo acoger el rodaje de La diligencia II ya es historia.

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