Las gaitas de un paseo marítimo rectilíneo

15 May

Las curvas en los paseos marítimos que permitieron la supervivencia de dos chimeneas industriales y del meredero Antonio Martín, por alguna ignota razón no se contemplan para bordear los Astilleros Nereo, recientemente respaldados por ICOMOS.

En el trazado del nuevo paseo marítimo Antonio Banderas la sensatez se impuso a la escuadra y el cartabón, que preveían un trazado rectilíneo, cayese lo que cayese. Con el fin de preservar los pocos restos de la Málaga industrial, a partir de la calle Princesa finalmente se rectificó y se optó por un paseo marítimo ondulado, con lo que se salvaron las chimeneas de Los Guindos y La Cross.

A fin de cuentas, estas curvas no eran ninguna novedad: Cuando se construyó el paseo marítimo Ciudad de Melilla no se derribó el merendero de Antonio Martín sino que se respetó la solución anterior de bordearlo por fuera.

Con estos antecedentes, causa mucha desazón comprobar cómo desde 2010, sobre los Astilleros Nereo pesa la espada de Damocles de un paseo marítimo rectilíneo que lo atravesaría sin contemplaciones. Tan absurda solución técnica se olvida con todo lujo de detalles del paseo marítimo que bordeaba estos astilleros de Pedregalejo en los 80 y que, destrozado por temporales, Costas se olvidó de reponer. El Ayuntamiento completó la gracia haciendo pasar por debajo del antiguo paseo una tubería de Emasa que imposibilitó la salida de los barcos.

Frente a este plan tan cavernícola, que daría la puntilla a unos astilleros de carpintería de ribera que en 40 años han resistido ocho intentos de expropiación, se encuentra la protección en 2005 de la actividad tradicional que se realiza en ellos, por parte de la Junta, con categoría BIC, iniciativa bienintencionada que protegió el contenido pero se olvidó del continente.

Más calado ha tenido la inclusión en 2016 por el Ministerio de Cultura de los Astilleros Nereo en el Plan Nacional del Patrimonio Industrial, con lo que comparten espacio con otros elementos del patrimonio industrial español como los Astilleros de Puerto Real o el paisaje minero de Riotinto.

Al reconocimiento ministerial hay que sumar, como adelantó La Opinión la pasada semana, el informe de ICOMOS -el organismo asesor de la Unesco que desaconseja el rascacielos del Puerto- que cree que lo más conveniente es incluir los astilleros en un nuevo Bien de Interés Cultural de Paisaje Cultural entre los Baños del Carmen y el arroyo Jaboneros.

Estamos, una vez más, ante un choque entre expertos y políticos:  los primeros, dotados de eso tan marciano que es la sensibilidad cultural y los segundos, pocas veces llamados por la senda del respeto al patrimonio.

La propuesta de Costas de retranquear los astilleros en lugar de demolerlos del todo es totalmente innecesaria con los precedentes comentados. Si no hubo que mover de su sitio dos enormes chimeneas industriales ni el merendero de Antonio Martín, ¿a qué viene la cabezonería de un paseo marítimo en línea recta? En términos de respeto al patrimonio y gasto público, seguro que lo mejor es recuperar la primitiva curva del paseo marítimo junto a Nereo y dejarse de gaitas.

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