Dos cipreses demasiado inclinados a la acción

12 May

Vecinos de la calle Eugenio Sellés piden la poda urgente de una pareja de cipreses de la urbanización Las Palmeras porque temen que pueda terminar desplomada sobre sus casas, justo enfrente.

La finca de San Joaquín, en Las Acacias, llegó a tener sus propias caballerizas en lo que luego fue el cuartel de la Guardia Civil del Valle de los Galanes, en la avenida Juan Sebastián Elcano.

Pertenecía a la marquesa viuda de Aldama, la madrileña María Cubas, la bisabuela del columnista y escritor Alfonso Ussía. Los más viejos del lugar recordaban al padre de Alfonso Ussía, el conde de los Gaitanes, paseando orondo con los bolsillos llenos de caramelos, a los que era muy aficionado. Esta familia, por cierto, fue la propietaria de la fábrica de cemento de Financiera y Minera, en La Araña, que tanto ha contribuido al empleo en la zona y no tanto a la mejora del Medio Ambiente.

La marquesa viuda de Aldama, que se había criado en Alcobendas, cuenta en esa ciudad con una calle, en recuerdo de sus muchas obras benéficas.

En los años 70 del siglo pasado, la enorme finca se parceló y urbanizó y la gran casa, sin protección, todavía en unos tiempos urbanísticamente asilvestrados, pasó a la categoría de montaña de escombros. Sólo la gran verja, los números 104 y 106 de la avenida Juan Sebastián Elcano, recuerdan el esplendor de estos terrenos. El constructor Miguel Sel Gómez de la Cruz, que cuenta con una calle reciente en la Hacienda Paredes, compró los terrenos y construyó la mayoría de los bloques, salvo una urbanización posterior, levantada sobre el antiguo campo de tenis.

De la última hornada, hace alrededor de 40 años, es la urbanización Las Palmeras. Alguien tuvo la idea de plantar una pareja de cipreses en la entrada, que asoma a la calle Eugenio Sellés. El tiempo ha ido pasando y ahora se ha convertido en una fuente de preocupación para los vecinos que viven justo enfrente, porque temen que cualquier día los árboles se desplomen sobre sus viviendas.

Se trata de unas casas mata de unos 120 años, calculan los vecinos, que cuentan que fueron levantadas por un maestro de escuela que emigró a Argentina. Las casas, en hilera, forman una ele que se interna en el Paseo de las Acacias y en su día alojaron a los empleados de la finca.

El ciprés con mayor grado de inclinación es el de la izquierda. El tronco se ha clavado en la verja de entrada y es el que más desasosiego causa a los vecinos, que cuentan que han hablado en varias ocasiones con la urbanización, sin resultado.

Delante de este ciprés tan inclinado a la acción se encuentra la casa de Salvador Martín y María Miranda, un matrimonio que lleva 46 años viviendo en ella y que está más que preocupado cuando sopla el viento, porque teme que el árbol caiga sobre su tejado.

Por eso, tanto ellos como el resto de vecinos reclaman a la urbanización que pode los cipreses, para aligerarlos de peso y que terminen enderezándose. Una medida más que prudente que debería tomarse a la mayor brevedad posible.

 

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