El obispo que vivió los logros de Cervantes

4 Nov

De autoridades del pasado remoto muchos malagueños recuerdan al obispo Molina Lario y para de contar. Hoy hablamos de un gran promotor de estudiantes universitarios.

Si les gusta la Historia, no se pierdan mañana un reportaje en la veterana sección Mirando Atrás, que está a punto de cumplir tres lustros. Se trata de un investigador malagueño que ha recuperado todas las calles de la Málaga del Siglo de Oro, unas seiscientas.

Al hilo de este trabajo tan bonito, el firmante ha podido conocer, por ejemplo, que en la plaza mayor, la actual plaza de la Constitución, en el siglo XVII se encontraban la mayoría de las librerías de la ciudad, mientras que en la plazuela de los Espaderos (la plaza de Félix Sáenz) y buena parte de calle San Juan, tenían sus tiendas los fabricantes de espadas. La pluma y la espada en dos céntricos rincones de esa Málaga brumosa.

Tan brumosa, que ni siquiera sus más altas dignidades nos vienen a la memoria. De hecho, si preguntamos a cualquier malagueño por un obispo anterior al año de la polca (hacia 1830), la mayoría recurrirá a don José Molina Lario, que nació bien entrado el siglo XVIII.

Hoy, esta sección va a recordar a nuestro obispo más cervantino, pues estuvo al frente de la Diócesis de Málaga justo en el periodo en el que el gran don Miguel de Cervantes publicó la primera parte del Quijote y las Novelas Ejemplares y por un año, pues falleció en 1614, no vivió la publicación de la segunda parte del Quijote en 1615.

Se trata del madrileño de Algete, Juan Alonso Moscoso, un prestigioso intelectual que cuando llegó a Málaga ya había sido catedrático de Filosofía y de Teología en la patria chica de Cervantes, Alcalá de Henares, y administrador del Duque de Alba, además de obispo en otras diócesis. Don Juan fue obispo de Málaga desde 1604, un año antes de la aparición del Quijote, hasta el mencionado año 1614, cuando murió durante una visita a Antequera, así que quizás pudo ser testigo de la publicación de Viaje al Parnaso, el divertido viaje en verso de Cervantes y un montón de locos poetas.

Pero el padre Juan Alonso no se ha quedado solo en la mera anécdota de la coincidencia cervantina. Es posible, eso sí, que leyera a Cervantes por su gran curiosidad intelectual, pero por lo que muchos malagueños del pasado le están muy agradecidos es por haber creado en Alcalá de Henares, en 1610, un colegio universitario menor para los estudiantes malagueños que deseaban estudiar Teología y Derecho Canónico y que llevó el nombre de los patronos de nuestra ciudad: San Ciriaco y Santa Paula. Se trata de un precioso edificio con dos grandes torreones que parece extraído del Madrid de los Austrias y que fue conocido como el Colegio de Málaga.

Desde los años 80 del siglo pasado, el Colegio de Málaga acoge la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares. Hora es de que en Málaga se recuerde a este generoso obispo, contemporáneo de Cervantes, y de que lo saquemos de las brumas del olvido.

Nota: el firmante estará la próxima semana en tierras del Guadiana. Hasta la vuelta.

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