Trump vs. Maduro

8 Ago

Hay mucha resistencia a revisar los esquemas: la oposición está formada por «demócratas» y Maduro es un «dictador» sin enmienda posible….Ninguna de las dos cosas es una verdad indiscutible. Lo concreto es que Venezuela es cada día un bocado más apetecible.

Mis amigos y conocidos me mezquinan cada vez más los ‘like’. Veo también que algunos escribidores no se resisten a seguir la huella de los políticos y hacer un poco de demagogia intentando retener a sus admiradores y seguidores. Es más: crece la lista de los que optan por seguir la corriente y confiar en que una bonita y original manera de plantear las cosas será suficiente para justificar su trabajo y le ahorrará un análisis o un cambio de rumbo doloroso.

Para bien o para mal, siempre he tenido una manera algo sacerdotal de plantearme este oficio: tenemos que cumplir una misión para defender o restablecer la verdad, a la que no debemos renunciar. Sé que muchos colegas siguen en sus trece y no se plantean revisar sus análisis y su modo de ver la realidad… Frente a esta certeza que nos sostiene para seguir empecinándonos conviene, creo, analizarlo todo de nuevo y ver donde pueda estar el fallo, si es que lo hay.

Al que escucha o lee con afán, también, de encontrar ‘la verdad’, le pasa más o menos lo mismo que a los periodistas: no les gusta volver atrás ni rectificar.

Ahí está el proceso de Venezuela, con sus interpretaciones opuestas y cerradas, que parte de un análisis estereotipado, sin fisuras por ambas partes. No hace falta reproducir mil opiniones de cada bando. Los enemigos de Maduro y de su régimen intentan constantemente deslegitimarlo. Paralelamente, ellos podan su propio ‘arbol de poder’, cortando todo lo que no responde al mando de Maduro: una fiscal rebelde, algún militar golpista…Y en este sentido no respetan siquiera a quienes fueron colaboradores estrechos de Hugo Chávez, creador del régimen actual. Chávez siguió una ideología algo confusa, mixtura de la idea bolivariana de América Unida para defenderse de los imperios que la acosan con una de Estado fuerte, vertebrador de un movimiento de liberación poderoso y panamericano.

Para este conglomerado, que Maduro dibuja con su propio trazo casi cada día, el marxismo es una especie de telón de fondo gris que pretende acomodar la realidad a los constantes manejos tácticos que el régimen adoptar para sobrevivir.

Los enemigos del régimen son una amalgama sin programa propio, de modo de poder adaptarse al paso que le marca el poder internacional, que tampoco pretende darle una ideología sino solo la «defensa de la democracia», una propuesta sencilla y que basta para pillar en contradicción flagrante a Maduro. Como la ‘oposición’ solo quiere asfixiar y deslegitimar al régimen, no necesita tampoco de una definición ‘ideológica’ muy concreta que, lejos de darles cohesión, ahondaría las diferencias dentro del conglomerado que la conforma.

La disputa es, pues, bastante sencilla, ya que ninguno de los ‘contendientes’ es lo que predica. La ‘oposición’ solo funciona como un ariete para rejonear constantemente a Maduro, sin encontrar tampoco el momento oportuno para ‘entrar a matar.’ Y Maduro se mueve como un inexperto ‘timonel’ al que sus ‘maestros’ y asesores parecen contemplar desilusionados, ya con pocas esperanzas de que aprenda. Es como si Hugo Chávez, que sabía hacerse respetar, y llevar su ‘nave’ con relativa habilidad, no solo hubiese dejado un sucesor con pocas luces, sino también una barca más pequeña y poco marinera, casi una patera, para que los venezolanos intentaran sobrevivir. Pero resulta que Venezuela aparece ahora cargada de riqueza (sumando un yacimiento de coltan a lo que ya tenía contabilizado) y eso supone convertirla en objetivo cada vez más codiciado. ¿Es eso lo que ha concentrado tanto interés en expulsar a Chávez y a sus herederos? Hay más, hay más: la crisis de Venezuela ha sido muy util para aislar a los restos del castrismo; y para servir como tóxico apoyo para frenar -como así ocurrió- el que antes parecía un imparable ascenso de Podemos. En Latinoamérica, la debilidad de Venezuela se viene a sumar al desalojo de las fuerzas de cambio que estaban en el poder en Brasil y Argentina, a lo que ahora se añade la división entre los seguidores de Correa en Ecuador. En un abrir y cerrar de ojos esos procesos ‘hacen agua’. Cuando Trump se aburra de sus aventuras en Asia y Europa, volverá su displicente mirada imperial a América Latina. Parece que encontrará ‘todo en orden’. ¿O tendremos un peligroso match Trump Vs. Maduro?

Sin categoría

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *