Alfredo Taján

4 Ene

Igual que la sentencia inexorable de las horas, el alcalde firmó el último día del año la destitución del director del Instituto Municipal del Libro, Alfredo Taján. Según ha sostenido siempre el alcalde, la causa última de este corte de cabeza a lo San Juan Bautista fue el baile de Salomé que de la Torre tuvo que ejecutar ante Ciudadanos para que estos firmasen un pacto de legislatura. Esto es, Juan Cassà protagoniza el papel de Herodes en esta farsa. Como en toda comedieta de sabor palaciego no faltaron las intrigas. De este modo, durante cenas y barras de bar en esos mentideros urbanos que pueblan el Centro de nuestra reducida Málaga cultureta se afirmaba (así, en impersonal), una y otra vez, que nuestro Herodes -Cassá- nunca pidió la cabeza de San Taján, sino la reducción de cargos municipales. De cualquier cargo puesto a dedo de los muchos que pueblan el Consistorio malagueño. Tal vez, la intervención de alguna Herodías, madre de Salomé en la historia bíblica, susurró a De la Torre el nombre de Alfredo y, es por ello por lo que, quien mismo realizó el baile que cautivó a Cassá firmó la sentencia de Alfredo Taján y del Instituto Municipal del Libro. Esta ha sido la película enzarzada con notables variaciones malacitanas sobre la historia original. Intrigas de palacio de medio pelo. Tampoco mucho más. Una situación que, seamos sinceros, dejará indiferentes y sin opinión a la inmensa mayoría de los malagueños. Por desgracia, todavía, realizar labores de cultura en Málaga es una manera de ir a las misiones. No somos ya aquella ciudad de las tabernas incompatibles con las librerías pero tampoco alcanzamos grados de desarrollo occidental en índices de lectura, o en consumo de prensa impresa. Mientras redactaban la disolución de Alfredo y el IML, desayunaba yo en Valencia con la lectura del periódico el “Levante”, con una venta diaria de 120.000 ejemplares, en sana competencia con “Las provincias” que también alcanza sus más de 30.000 distribuciones cada mañana. Ahí tenemos una población que se preocupa por su dieta cultural tanto como del arroz nuestro de cada jornada.

No creo que nadie discuta la necesidad de una reducción y redistribución del gasto en la administración municipal malagueña. Yo, aunque mi amigo José Miguel no lo imagine, considero que la balanza se debería inclinar hacia el gasto social en mayor medida. Eso sí, creo que la plantilla del consistorio está inflada y que, desde luego, sobran altos cargos que cobran muchíiiisimo más que el director del IML, como muy bien sabe De la Torre. Por ejemplo, nunca he comprendido por qué el OMAU se desgajó de la Gerencia Municipal de Urbanismo y por qué a su director se le otorgaron prebendas con rango de Virrey o de Vialcalde como si fuera una ciudad distinta. Pero las cuerdas siempre se rompen por el lado más débil, y en las casas se suele economizar el chocolate del loro. Nuestro Juan Cassà, como el Herodes, no se enteraba de nada embelesado por la posibilidad de un ayuntamiento junto a la Salomé. De la Torre, al igual que la Salomé, bailaba ávido de poder y sin más consideraciones que la de obnubilar la voluntad de Herodes. Y alguna Herodías tunanta, al igual que Celestina, volteadora de designios humanos, ha tenido que moverse entre las bambalinas de la Casona del Parque, o los gabinetes de Don Francisco. Ante este contubernio, palabra tan grata al generalísimo, los malagueños deberíamos preguntarnos por la necesidad del IML como fue proyectado, y por la idoneidad de Alfredo Taján para desempeñar su dirección. Respecto a la institución, ahí queda el legado de muchos años en que no sólo potenció y protegió a la cultura libresca y audiovisual malagueña, sino que realizó una indiscutible exhibición en nuestra ciudad de novedades acaecidas más allá de las lindes de territorio municipal. Respecto de su director, además de un currículum que se defiende por sí solo y por muchas artes cultivadas, con pocas personas en nuestra ciudad podríamos mantener una conversación sobre la novedad editora, plástica o musical más cosmopolita. Una pérdida para Málaga. Ahora nos queda la tarea pendiente de tener que habilitar un instituto municipal del libro.

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