Mariano, sé fuerte

6 Jun

Rajoy se va, salvo alguna cosa. Probablemente, antes del discurso de despedida que nos ha ofrecido en abierto, sin plasma ni preguntas, ante los suyos, se haya enviado a sí mismo ánimos y fuerza, desde el servicio de mensajes cortos de su móvil personal, aunque pudiera ser que firmado por Eme Punto Rajoy, para no ser reconocido esta vez, caso de que algún desalmado lo interceptara de nuevo y lo hiciera público, causándole hondo pesar pues, al final los seres humanos somos sobre todo personas. A mí me ha emocionado verlo emocionarse, ¡que alguien pare a sus compañeros, coño! Es la segunda vez que lo hace en los muchos años de perfil público en que lo he añadido a mis conversaciones del bar de abajo. La primera fue cuando recibió un golpe de un imbécil y se mantuvo inhiesto, impertérrito, tranquilo, ante un hecho de esa índole, injustificable. A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, que también es tomar una decisión. Aquello me hizo comprender -que no compartir- parte de su filosofía política: “Para mí, ser presidente del país es la pera”.

Lo que no espero -perdón por la hilatura-, aunque mi capacidad de sorpresa se encuentre ya en unos límites muy altos, es que en los próximos días aparezca algún medio de comunicación sensacionalista, de prensa política amarilla, con un vídeo de Mariano en la trastienda de unos grandes almacenes, devolviendo unas cremas hidratantes que pudiesen explicar, sin circunloquios, su renuncia de ayer. Esto no es como el agua que cae del cielo, sin que se sepa exactamente por qué. Sus motivos tienen que ver con lo que la primera sentencia del caso Gürtel ha desatado, mayormente en el trasero de algunos, y que le ha llevado a considerar que su dimisión orgánica sea lo mejor para él, su partido y para España, a pesar de que no hace tanto dijese que “puedo asegurarles a ustedes que haré todo lo que pueda y un poco más de lo que pueda, si es que eso es posible, y haré todo lo posible e incluso lo imposible, si también lo imposible es posible”.

Pero no ha sido posible -ni imposible- durante más tiempo. Un vaso es un vaso y un plato es un plato. A pesar de que nos haya dejado una España mejor que la que se encontró. ¡Viva el vino! Aunque esto se deba a que por las carreteras tienen que ir coches y de los aeropuertos tienen que salir aviones. O sea por el viento de cola de la economía mundial –¿y la europea?-. Así, ¿se acuerdan de Grecia, la perdida para siempre según los oscuros presagios de la tele de la prima de riesgo persignante? Pues el secretario general de la OCDE, Angel Gurría, alabó en abril la milagrosa recuperación del país y anunció que se prevé que Grecia crezca este año un 2,0 por ciento y en 2019, un 2,3. ¡Con Tsipras! ¿Y de los nubarrones en Portugal, además con un gobierno de izquierdas? Ha crecido un 2,7 por ciento en 2017, pero lo que más envidia da de ellos es que hayan reducido el paro del 18 al 7 por ciento en este mismo periodo del que Rajoy presume, olvidando citar al Banco Central Europeo. Una cosa es ser solidario y otra es serlo a cambio de nada.

Para Eme Punto todo lo ocurrido en la moción de censura se debe a un complot entre perdedores de elecciones, aunque nuestra democracia se sustente en un sistema parlamentario. Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor, para todos mejor. Con un manifiesto de oposición curtida incluido en el discurso de paso atrás. Lo que con Zapatero fue la venta de Navarra, ¿qué “pan tumaca” sobrevendrá para Pedro Sánchez? España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles. Seguro que se estarán frotando las manos los expertos del cuerpo a cuerpo en el PP: me gustan los catalanes porque hacen cosas.

Se va Rajoy, sí. Un hombre elegante para Iglesias, el del chalet elegante. Da gusto hablar bien de quien se merece que hablen bien de uno, y de aquel del que uno quiere hablar bien porque se lo merece.

Mucha suerte y puente de plata.

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