Las siete diferencias

11 Ene

fotos20150624151507Cuatro días de malas pulgas deambulando sin fumar, ¿cómo llevan lo de la dieta? ¡Lechuga ya, con tanto exceso de verde! Yo no me soporto sin vicios ni me sostengo con tanto ejercicio físico de pago. Tengo que sujetarme a las paredes de vuelta a casa del gimnasio, como el hombre araña, hasta que logro acercarme al sofá para asaltarlo, como iban a hacer los de Podemos con el cielo pero con mejor puntería. La gravitación universal para un deportista joven y guapo como yo, pero en baja forma, no se nota tanto en el empuje hacia abajo de su masa madre como en la atracción hacia los lados de su grasa polisaturada. Hay que ver, lo que pesa el alma. 9,8 o más. Aunque he de reconocer que mis agujetas han mejorado desde ayer, y esta vez sí estoy seguro de que puede que no se me acabe el ímpetu de ir al gym en los próximos dos o dos días y medio. Dependerá de si la gripe me alcanza o me devasta cuando me toque o se me adelanta. Dependerá de la luna o de las mareas. Este inicio de año se parece demasiado al pasado pero tiene sus siete diferencias, como todo, y estoy rodeándolas con un círculo para señalarlas como pasatiempo.

La principal diferencia es una mejoría incuestionable. Oteo como una suricata y, por fin, no están. No hay elecciones en mi horizonte. Se acabaron los redebates televisivos y las requetereuniones de los portavoces con el rey. ¡Riveruya! Si no llega a ser por Albert negándose a sí mismo de dos a cuarenta veces, continuaríamos en el mismo bucle permanente, supongo que ya con el pelo rizado afro setentón, de tanta vuelta derviche a cuatro bandas.

La segunda y tercera diferencia con el año pasado son otras dos ausencias: Pedro Sánchez e IU no están en su sitio. Ni están ni se les espera en ningún punto de recogida. Desaparecieron. Aunque Sabino Fernández distinguiría entre el que asoma la patita y el que va camino de un seminario para ordenarse cartufo y buen mártir comunista. Ambos se tragaron la tierra entera, más que al revés. Uno de un golpe traicionero mal dado –¿tú también, bruta?, se le oyó decir al caer– y el otro, de un suicidio romántico, motu proprio. De este desbarajuste ha quedado este otro: las encuestas entre afiliados y simpatizantes del PSOE no quieren a Susana Díaz de lideresa ni en pintura. Pero los del PP, sí. Susana al PP y los barones de su partido se quedan con Albert Rivera. Y Errejón al PSOE horizontal. Y Pedro Sánchez a Intentemos. Y Aznar practicando catalán en la intimidad contra Rajoy. Y Messi al Madrid.

La cuarta diferencia es que Iglesias y Errejón no se casan.

La quinta, que Rajoy está en su mejor momento. No es que se salga, es que se queda. Sin retroactividad de dos mandatos en desacuerdo de investidura, ni primarias izquierdistas. Con cuarenta años por delante para andar deprisa salvo alguna cosa. Lo bueno es que así, con los acontecimientos como dios manda en la Moncloa, no hay titiriteros en las cárceles, ni cabalgatas imperdonables, ni otros fuegos que los bomberos toreros tengan que apagarle mientras.

Y barriendo para casa, la sexta diferencia es que contradiciendo las esperanzas puestas en enero de 2016, este año sabemos que no se arreglarán los conflictos del metro, ni de las torres de Repsol, ni de… Quizá en 2019. Porque la séptima diferencia es que nuestro alcalde ha anunciado que no se presentará a la reelección en las municipales de ese año.

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