Religión por lo civil

11 Nov

A lo mejor me traslado a vivir a la República Laica Independiente del Rincón. Me lo estoy pensando. No por cuestiones ideológicas, o no sólo por ellas, sino porque me ilusiona pensar que tal vez allí pudiera cumplir con uno de mis grandes sueños: hacer mi segunda comunión vestido de princesa. Podría ser en un marco incomparable de esos que se escriben en los discursos cuando no se sabe escribir un discurso. Rodeado de hierba artificial y una palmera. Lo más divertido de la ceremonia no sería, qué va, desternillarse por mi aspecto cuidadosamente atroz sino por haber convencido a un concejal para hacer el ridículo a mi lado. Dice el que ha dado la cara por parte del tetrapartito municipal para intentar explicarse sobre esta especie de rituales civiles que los ha hecho famosos en toda España, que el elegido para oficiar la fiesta civil, podrá decir unas palabritas o entregar un diploma, según el gusto del consumidor, y me froto las manos elucubrando sobre lo bonito que podría quedar todo, menos yo con la diadema puesta. Claro que, como no me gusta molestar sin ironía de por medio, antes de condenarme definitivamente, le consultaría al párroco de abajo sobre si podría considerarse una blasfemia o una falta de decoro cristiano disfrutar de la parodia con el pan y el vino civil, supongo que, en este caso, representando el cuerpo y la sangre de nuestra amada Constitución. Digo yo, porque si hubiera que personalizar, e imaginarse el cuerpo y la sangre de Rajoy, me quito la corona, el vestido y los tacones y uso el vomitorio para otra cosa distinta a la de persignarme. Qué mal rato. Se acabaría la fiesta y exigiría, como mínimo que me devolvieran los 60 euros.

Realmente para los ateos no practicantes como yo, que no saben si lo son o lo suyo se llama agnosticismo despreocupado, la propuesta de los lumbreras del Ayuntamiento del Rincón de la Victoria de celebrar comuniones civiles nos viene de perlas -saltándonos la parte eucarística-. Una comunión sin comunión está bien. Se cobra un dinerito y se fomenta el turismo. Mirad las bodas en Las Vegas oficiadas por un Elvis de segunda mano. Con un poquito de promoción, podrían ser famosas las comuniones con Bart Simpsons o Bob Esponjas. Pero yo iría más allá. Yo instauraría, ya lanzados en el absurdo del rojerío más trasnochado contra tanto opio del pueblo rinconero, la Orden Sacerdocívica o la Unción de Enfermos Civil. Dejo que me copien la idea sin elevados royalties. La Orden Sacerdocívica podría celebrarse, por ejemplo, cuando un parado de larga duración se afilia a un partido pensando en un carguito que le podría caer en su cuento de la lechera. En Rincón de la Victoria, con sus cinco partidos de pleno, podrían forrarse con esta idea. Qué pena que sea mía. Y lo de la Unción de Enfermos Civil, creativamente, se me ocurre que podría consistir en enviar a un inspector de Hacienda a la casa de un ateo sospechoso de esconder una fortuna en Suiza -propiamente un político o un banquero-, por si se arrepiente de tanta usura en su último aliento. Se iría al otro mundo sin ese peso encima y le quitaría las ganas de llorarle a su pareja y a sus hijos, del tirón democrático y en paz con el Estado de Derecho. Pienso en Jordi Pujol y se me saltan las lágrimas civiles, sólo de pensarlo.

Hoy me he enterado que el belén que han montado con el Belén ya lo han solucionado. Se lo han llevado del Ayuntamiento para que no mancillase nuestra santa laicidad y lo pondrán en otro edificio, este de cultura municipal, donde puede mancillarse lo que se quiera. Y habrá alumbrado público navideño. Y cartel navideño. Y cabalgata de reyes. Les ha pasado como a Tsipras. Estos han hablado con la troika o algo de eso. Al final viene un cura a bendecirles los plenos extraordinarios. Y un rabino. Y un imam. Y un lama. Y yo me alegro. El costumbrismo es definitivamente laico, por más religión que le trascienda.

Una respuesta a «Religión por lo civil»

  1. Yo plantearía también las confesiones civiles: “Sr. concejal, me acuso de cachondearme de Pablo Iglesias. Pues nada compañero canta la Internacional tres veces y da un donativo al pueblo, aquí te dejo mi cuenta corriente, que yo soy el pueblo”

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