Limpios y espléndidos

2 Feb

Lo que más me gusta de que se acerquen las elecciones municipales son las ganas de trabajar que le ponen los que se dedican a la política ciudadana. En el caso de Málaga, los miembros del actual gobierno examinan con lupa las dificultades que le ponen desde la Junta de Andalucía para mejorar el municipio. La oposición socialista, en cambio, revisa minuciosamente los defectos en la gestión de los actuales mandatarios en el Ayuntamiento.

Ayer mismo, se quejaba el alcalde del “continuo abandono y la retahíla de promesas incumplidas” por parte del Gobierno andaluz hacia nuestra ciudad, ofreciendo una imagen de la añeja confrontación entre la soberbia malagueña y sevillana como la de un “tópico carente de fundamento” que han difundido los “obedientes portavoces socialistas”. En definitiva, la relación entre las dos ciudades es espléndida, según de la Torre. Supongo que se referirá a nivel institucional pues, probablemente sería buen motivo de sonrojo que se realizara una encuesta sobre lo que opinan los ciudadanos, sobre todo malagueños, a este respecto. La conclusión a la que me ha llevado el discurso del alcalde es que las rencillas históricas entre las dos ciudades se deben al actual gobierno de la Junta y punto. Ojalá. Supongo que será una afirmación bienintencionada pero, digo yo, que será muy complicada de asumir hasta para él mismo.  

La oposición socialista, por su parte, barre para dentro y centra en los últimos días el debate crítico en la imagen deslucida que ofrece la ciudad, dicho finamente. O sea, que está muy sucia. Decía un amigo que se duchaba menos veces de las que debiera que no era sucio el que poco se lavaba, sino el que mucho se ensuciaba. Una teoría tan cuestionable como la de la buena relación entre Málaga y Sevilla y que señalaría a los malagueños como los culpables o, al menos, responsables de esta situación. Se trata de averiguar si el Ayuntamiento nos lava poco o si nosotros ensuciamos mucho y, sinceramente, me decantaría por la segunda opción. Otra cosa es que el jabón y los enjabonadotes nos cuesten más de lo que debieran. Que probablemente. Begoña Medina, portavoz socialista en el Ayuntamiento de Málaga ha señalado que «Málaga es una de las ciudades más sucias de España» y ello a pesar de que «los ciudadanos pagamos el último año 84 millones de euros al servicio de limpieza”. Aseguró además que el equipo de gobierno “sólo limpia los meses previos a las elecciones municipales o el mismo día en el que visita el barrio”. Por último, realizó una comparativa en cuanto al número de operarios de limpieza que dedica el Ayuntamiento a cada barrio, por ejemplo, 197 para 85.000 residentes del distrito Centro contra 72 para 72.000 en Cruz de Humilladero, concluyendo que “para el alcalde hay barrios de primera y de segunda”.

Humillado me encuentro yo. Espero que los datos que maneja la señora Medina en cuanto a que somos de los más sucios de España no responda a un estudio científico sino a una impresión subjetiva. Ojalá otra vez. Me sonrojaría más aún que leer una encuesta sobre la gracia sevillana tenida en cuenta por los malagueños con relaciones espléndidas.

Y el discurso apaciguador de la semana, aparentemente, llega de la mano de Elías Bendodo, que reclama una campaña elegante y carente de insultos. Como líneas básicas de actuación propuso un debate limpio –¡y dale!-, positivo –la relación entre Málaga y Sevilla es espléndida, jeje- y con proyectos de futuro –aunque ya no se embovede el río, afortunadamente-.

Yo disfruto. Cómo me gusta que se acerquen las municipales.

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