Hablamos lo que somos

13 Abr

“Las palabras tienen un poder mágico”, dice Sigmund Freud. Somos lo que hablamos y hablamos como somos. La primera parte de esta última frase reproduce el título del último libro del psiquiatra Luis Rojas Marcos (Editorial Grijalbo, 2019): “Somos lo que hablamos. El poder terapéutico de hablar y de hablarnos”. Me ha encantado la lectura porque se trata de un texto claro, sencillo, aleccionador y fundamentado (el autor hace frecuentemente referencias a investigaciones científicas, como suele hacer en todos sus libros).

Cuántas ideas interesantes, cuántas sugerencias aprovechables para observarnos, entendernos, comunicarnos y mejorarnos. En una cuestión esencial como es encontrar el camino para ser más felices y más longevos. El famoso psiquiatra neoyorquino asegura que hablar mucho alarga la satisfacción de vivir y la vida misma.

El capítulo primero se titula “Hablar: medicina de la calidad de vida”. Lo abre diciendo: “Un número creciente de estudios científicos demuestra que algo tan natural para cualquier ser humano como hablar está íntimamente relacionado con la buena salud y la satisfacción con la vida en general. De hecho, hablar, en cualquiera de sus formas, no solo añade vitalidad a los años sino también años a la vida”.

Distingue Rojas Marcos dos tipos de lenguaje: el que utilizamos para relacionarnos con los demás (lenguaje social) y aquel con el que nos dirigimos a nosotros mismos (lenguaje privado). Ambos son beneficiosos para la estabilidad emocional, la vitalidad y la satisfacción personal.

Tomar la iniciativa de hablar pone el foco de las decisiones en nosotros. Dice el autor que “ante las amenazas o las desgracias, las personas que localizan el centro de control dentro de sí mismas y piensan razonablemente que dominan sus circunstancias resisten mejor y tienen más probabilidades de sobrevivir que quienes sienten que no controlan sus vidas o que sus decisiones no cuentan y depositan sus esperanzas en poderes ajenos a ellos como el destino o la suerte”. En otro lugar del libro dice que tenemos que abandonar la consabida y enajenante expresión “que sea lo que Dios quiera”.

Aconseja también que hablemos con el perro, el gato y el pajarito. No solo por el bien de los animales sino para bien de quien les habla. No añado que también podemos hablar con las plantas.

“Sin duda, dice Rojas Marcos, para la mayoría de los seres humanos lo más importante del mundo es uno mismo. Cuando conversamos con alguien cercano o con nosotros mismos, los temas que nos resultan más relevantes son aquellas que tratan sobre alguna faceta de nuestra persona o sobre hechos que nos afectan en particular… Como ejemplo, aunque un tanto extremo, recuerdo al alcalde de Nueva York, Edwuard Koch, con quien trabajé en los años ochenta, que en una entrevista interrumpió al periodista y le dijo: ¡Pero basta ya de mí! Hablemos de ti… ¿Qué piensas de mí?”.

En resumen, dice al final del libro “compartir con personas comprensivas y solidarias las coas que nos afligen es una estrategia de eficacia probada. El mero hecho de transformar sentimientos de ansiedad, de tristeza o indefensión en palabras, de explicar en voz alta nuestros miedos y dar sentido a las situaciones confusas nos tranquiliza y nos ayuda a pasar página”.

Me han llamado mucho la atención las páginas que dedica a la terapia del grito primario, de Arthur Janov, creador de esta modalidad de psicoterapia y autor del libro “El grito primal”. Lo digo porque participé en ese tipo de terapias durante varios años como colaborador de dos terapeutas alemanes que venían periódicamente a España para dirigir las sesiones. Leí entonces el libro de Daniel Casriel “A un grito de felicidad” y escribí un artículo titulado “La terapia por el grito”, artículo que fue publicado en el nº 149 de la Revista española de Pedagogía en el año 1980.

Contar con sinceridad lo que nos pasa, compartir tristezas, preocupaciones y alegrías, expresar las emociones que nos invaden, nos ayuda a ser mejores personas. Haruki Marakami dice: “¿Qué pasa cuando las personas abren sus corazones? Mejoran”.

Las mujeres hablan más que los hombres y ese es uno de los motivos por el que son más longevas. Las mujeres son más locuaces (se dice que el mes en que menos hablan las mujeres es el mes de febrero) y ese hecho las hace sentirse mejor, relacionarse más intensamente y vivir algunos años más que los hombres.

Hace unos días, en la ciudad castellonense de Vila-real, en las X Jornadas de Alumnos mediadores, el mago Manuel Oliver, en el transcurso de su intervención titulada “La magia de la comunicación”, invitó a hablar a los asistentes. Una alumna salió al escenario (había más de quinientas personas) y contó una dramática experiencia que había vivido hacia un tiempo. Se había arrojado desde una altura de 8 metros con intención de suicidarse. Se había roto la espalda y los tobillos. Entre lágrimas, esta chica nos dijo a los asistentes:

– Contad lo que os pase.

El auditorio, en pie, la aplaudió emocionado. Estaba en plena lectura del libro que estoy comentando. Y comprobé cómo coincidían el mensaje angustiado y desgarrador de la chica y el pensamiento elaborado y sereno del psiquiatra: contad, contad, contad.

Habla Rojas Marcos de un singular grupo de personas que cierra su boca de manera definitiva y voluntaria en los conventos de clausura. Silencio completo. Pero con hipertrofia, pienso yo, del discurso interior, de lo que el autor llama lenguaje privado. Esas personas hablan incesantemente con Dios y consigo mismas. Oí hace muchos años la simpática historia de un monje que ingresa en un Monasterio trapense. Solo puede decir dos palabras cada cinco años. Después de los cinco primeros, el monje es invitado a pronunciar esas dos palabras selectas. Dijo.
– Cama dura.
Pasan otros cinco años y se le vuelve a decir al mismo monje que había llegado el momento de pronunciar otras dos palabras. Entonces dice solemnemente:
– Comida mala.
A los cinco años (quince después del ingreso) se le volvió a preguntar por tercera vez qué era lo que quería decir. Estas fueron las dos palabras que eligió:
– Me voy.
El abad sentenció:
– No me sorprende. No has parado de quejarte desde tu ingreso.

Afortunadamente, este eficaz medio de mejorar la salud y de aumentar la satisfacción vital es totalmente gratuito y se puede practicar de forma incesante, sobre todo en los referido al lenguaje privado.

En el año 1980, José María Cabodevilla (el autor que más ha marcado mi estilo literario) escribió un hermoso libro titulado “Palabras son amores”. El título es la réplica al conocido dicho de nuestro refranero “obras son amores y no buenas razones”. Es un libro sobre la palabra, es un libro sobre el diálogo. Lo estoy releyendo ahora para redactar estas líneas. Dice Cabodevilla: “Las palabras son lo único que no se lleva el viento. Las palabras quedan. Más duraderas que el bronce. Mueren los imperios, los monumentos se derrumban, perecen los hombres y bajan al pozo del olvido. Pero antes de expirar el moribundo pronunció una frase entrecortada, la última que a duras penas pudo articular. Sus hijos la recordarán mientras vivan, lo mismo que su madre había recordado siempre aquella primera palabra que él balbuceó un día, ochenta años atrás. Entre un extremo y otro, la vida humana está hecha de palabras”. Hablemos.

nn

20 respuestas a «Hablamos lo que somos»

  1. No sé si pueden enviar comentarios.
    Algo está pasando con esta entrada, pero no hay nadie del periódico al teléfono y no he podido plantear el problema que existe.
    Espero que no tarden en solucionarlo.
    Un abrazo y disculpas todos los lectores y lectoras que lo estén intentando.
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    • Estimados lectores y lectoras dEl Adarve:
      Está solucionado.
      Al parecer, según me dice el administrador del blog, se había desactivado la pestaña PERMITIR COMENTARIOS.
      Ya se puede escribir.
      Cordiales saludos.
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  2. Querido Maestro!
    ¡Hoy el tema me parece fascinante!
    ¡Palabras, palabras ,palabras!
    Soy gran admiradora del autor Rojas Marcos y he leído algunos de sus libros.
    ¡Muy aleccionador todos!
    Para mi pensar el don de la palabra es una habilidad que se desarrolla practicando.
    ¡Me encanta hablar!
    Soy una alumna muy comprometida en la práctica de la comunicación oral y escrita.
    ¡Me llena comunicarme!
    Siento verdadero placer al poder transmitir y sacar de mi interior todos mis sentimientos.
    Pero es superimportante tener un receptor cómplice y tener una escucha activa y afectiva que te motive seguir hablando.
    Como en todo, los afectos se apoderan de mi a la hora de hablar.
    Gracias por aclararme tantas dudas.
    Seguiré hablando y escribiendo, superando mis limitaciones de oír.
    Espero pasen una comprometida y reflexiva Semana Santa.
    Besos y abrazos para todos.

    • Querida Loly:
      Es reconfortante comprobar que hay lectores y comentarista como tú. Lectores que tratan de entender lo que has dicho y de buscartres pies algo. Personas que xttratan de sacar lo es aprovechable para sus vidas y no de atizar al que escribe por el motivo que sea: unas veces por Elo contenido, otras por lo que se ha omitido, otras por el forma de haberse expresado…
      No es que condena cr`tica, no. Es que cansa ver esa actitud que busca la discrepancia de manera obstinada. Y cuando están de cuerdo no abren la boca o utilizan el teclado.
      Gracias por ser así.
      MÁS

  3. “Estoy en Palma de Mallorca en un congreso.” (MÁS).

    Lo tuyo, Miguel Ángel, no tiene remedio. Y puesto que lo veo así, solo me queda recordarte que, ya que estás, seas aplicado, que atiendas con todos los sentidos, que aprendas mucho y te diviertas. Y que luego, como siempre vienes haciendo, que lo compartas con las y los que queremos escucharte. Además de la alegría que nos das, por lo que nos cuentas esta semana, también vas a prolongar tu estancia en este reino. (Lo de la república mejor luego)

    En cuanto a mí, sobre esta teoría tengo mis dudas. En principio, mientras leía, pensé: ¡ostras, yo paso de los cien tranquilamente!
    Pero ahora no las tengo todas conmigo. Esta característica mía me ocasiona más de un disgusto. Lo que no sé es si va a ser por el lenguaje social o por el privado, pero alguien se va a tomar la justicia por su mano. Es la única forma de que me calle. (Mis manzanos no van a ser. Ellos saben escucharme y aprecian lo que les cuento).

    Miguel Ángel. En estos estudios, ¿se sabe si deben ser cosas muy sesudas, emplear claros argumentos y un vocabulario rico, o también entran las tonterías que yo suelo contarme? (Realmente es lo que hago en tu blog. Contarme cosas. Bueno, también escucho lo que os contáis. ¡Leches! ¡De ahí debe venir la pregunta QUÉ TE CUENTAS!

    Un fuerte abrazo, trotamundos (físicos y literarios), y mil palabras, que son gratis y, por lo que nos cuentan, dan vitalidad. Claro, la buena comunicación y el entendimiento siempre fueron mejores que la gresca para la vida. (La campaña política ha comenzado. ¿Por qué optarán, entendimiento o gresca?)

    • Querido José Antonio:
      Pues sí, allí estaba cuando escribí.
      Un Congreso con más de cuatrocientos docentes, organizado por MAECENAS EDUCACIÓN.
      Un Congreso que ha estado lleno de interesantes comunicaciones y experiencias.
      Pocas veces se piensa en todas las interacciones que se producen fuera del programa. En los pasillos, las comidas, las tertulias, las noches…
      La palabra es protagonista.
      Aquella vieja advertencia de que en boca cerrada no entran moscas no vale para esta ocasión. Ni para muchas otras.
      No sé si las investigaciones a las que alude Rojas Marcos incluyen la escritura o si se refiere solo al lenguaje hablado. Yo apuesto a que se refiere a los dos.
      Porque al escribir también nos comunicamos aunque el lector o lectora no estén presentes.
      No sé si serás centenario, pero te lo habrías ganado a pulso.
      No solo porque dices muchas cosas sino porque las dices bien. Con “xeito”. (El ordenador me ha cambiado dos veces la palabra por éxito y he estado a punto de dejarlo como me aconsejaba el ordenador.
      En la campaña se hablará mucho. No había pensado en el beneficio del que nos habla el autor.
      Un gran abrazo.
      Y gracias. Esa vez en domingo. Mejor así.
      MÁS

  4. Querido maestro!
    Soy Aida Jas, pedagoga.
    Me ha encantado el artículo y soy partidaria de hablar y comunicar lo que uno siente, piensa o simplemente necesita decir, bien de manera oral o escrita. Y desde mi humilde opinión, creo que ‘Las palabras tienen un poder mágico”, si el receptor sabe escuchar. Porque cuántas veces nos hemos encontrado a personas con ganas de contar su historia o simplemente su día a día, y no han sido bien escuchadas. Por eso pienso que hablar es muy importante, siempre y cuando sean bien escuchadas.
    Somos animales sociales, donde la comunicación es un punto de unión entre nosotros. Pero me encuentro, a personas que sólo están por la labor de hablar y no de escuchar.

    Para finalizar, me planteo una cuestión,
    si somos lo que hablamos, ¿Somos lo que escuchamos?

    • Querida Aida, querida colega:
      Por supuesto que quien habla necesita un buen interlocutor. Pero Rojas Marcos no habla en este libro tanto de la escucha cuanto de la capacidad de expresarse, de hablar, de contar.
      Hay quien necesita hablar y no se atreve a expresarse y hay quien cree que no necesita hablar O, lo que es peor, que hablar es perjudicial para quien abre su corazón.
      Es bueno ayudar a que las personas sepan expresar lo que siente.
      Estoy contigo en que saber escuchar nos enriquece.
      Besos y gracias.
      MÁS

  5. Un saludo para todos. Apreciado Dr. excelente artículo “hablamos lo que somos”. Sin duda que la palabra revela algo más que únicamente la lingüista y la etimología, se materializa. Y aunque la palabra está al servicio de la expresión, muy cierto que el problema es cuando se usa como un auto mal conducido, con riesgo de choque o directo al precipicio. Habrá que medir los efectos de la mala conducción. Definitivamente que la intención con que las usamos las palabras es esencial para mantener la salud emocional y física, propia y la de otros. La evaluación del discurso es algo más que lineal, y no es relacionarle con cumplir unos criterios, porque el progreso es en los efectos por lo que decimos y nos definen en gran medida.
    Las palabras atraviesan el tiempo, el espacio y sobre todo crean puentes o murallas para avanzar. Gracias Dr. porque reitero Usted crea puentes, me encantan sus artículos y los comentarios que se suman, los espero cada viernes. Feliz día y gracias por los análisis.

    • Querida Lourdes:
      Te esperaba por aquí.
      Dices cosas interesantes y hermosas sobre las palabras.
      Una tarea de la educación es enseñar a que las personas se expresen con valentía, respeto y claridad.
      Conviene también encontrar buenos interlocutores, personas que quieran y sepan escuchar.
      De la misma manera que hay personas que saben (o no) expresarse, las hay que saben (o no) escuchar bien.
      Besos.
      MÁS

  6. El artículo me parece interesante y aleccionador.
    Para mí, como educador, tiene dos vertientes.
    La primera se aplica a mi mismo y la segunda a la tarea que tengo que hacer con mis alumnos
    Un cordial saludo

    • Querido Luis:
      Esas dos vertientes son complementarias. Quien sabe hacerlo es fácil que pueda enseñar a que otros lo hagan. Es muy difícil que quien no es capaz de abrirse a los demás sepa ayudar a otros a que lo hagan.
      LO suelo repetir con frecuencia: NO HAY FORMA MÁS BELLA Y MÁS EFICAZ DE AUTORIDAD QUE EL EJEMPLO.
      Un abrazo y gracias.
      MÁS

    • Querida María:
      Gracias por tus breves y generosas palabras.
      Somos muy cicateros en felicitar a los demás.
      Te lo agradezco sinceramente.
      Besos.
      MÁS

      • Queridos lectores y lectoras:
        Ya sabéis que el Sábado Santo no hay periódicos.
        Por eso se ha visto durante el día de hoy en ele log un artículo (SOMOS LO QUE HABLAMOS) y en el periódico otro (EL DOLOR DE LOLA).
        Como hay lectores que que desean leer el que, en principio, saldría mañana, voy a adelantar la lectura a esta tarde.
        Un cordial saludo.
        MÁS

  7. Hola Miguel soy un ferviente seguidor suyo y de sus libros y en esta entrada del blog en la que habla del poder de las palabras me fascina ya que estudio pedagogía a la vez que me encanta leer libros relacionados con la psicología, y ciertamente esta temática se relaciona completa y estrechamente con estas dos ramas, Según sea nuestro diálogo tanto con nosotroas mismos como con los demás se irán moldeando nuestra forma de sentirnos (más motivados, más deprimidos), nuestra autoestima, las relaciones que establecemos con las personas de nuestro entorno, etc. En cierta manera las palabras nos otorgan ese “poder” o bien esa “cruz” que irá moldeando nuestro destino y nuestra perspectiva de la vida.

    • Estimado Oscar:
      No sé en qué Universidad estás estudiando. Tampoco sé si es española o de fuera de nuestras fronteras.Sea cualsea el lugar, te estás formando en un campo de conocimiento y de prácticas que está centrado en la comunicación. Y la comunicación se realiza, fundamentalmente, a través de la palabra. Por eso me pareció tan interesante el libro que leí recientemente y al que hago referencia en el artículo.
      Te deseo lo mejor, ahora, en tus estudios y luego en la práctica profesional.
      Estoy seguro de que vas a ser un magnífico educador.
      Un abrazo.
      MÁS

  8. A todos los y las participantes del blog:
    Resulta curioso que este artículo haya suscitado menos respuestas que otros. Creí que iba a ser un tema de muchos comentarios.
    No sé si ha habido algún problema técnico, ya que alguna vez ha pasado que no se ha podido entrar al blog o funciona la captcha.
    Ruego que cuando esto sucede se me avise para los técnicos puedan resolverlo a tiempo.
    Un cordial saludo.
    MÁS

  9. Yo lo leí pasada la semana y pensé que, una vez pasada, ya no tenía mucho sentido hacer comentarios.
    A mí me ha gustado mucho porque soy una apasionada de las palabras. A mí me gusta hablar. Nos sé si eso me provocará longevidad. Ojalá.
    No había leído nada de Luis Rojas marcos. Es más, al principio lo confundí con Enrique Rojas. Ya he visto que son dos psiquiatras, pero distintos o muy distintos.
    Gracias.

    • Querida Marta:
      Todos los artículos están siempre abiertos para poder comentarlos.
      Claro que son distintos. Y tanto.
      Hoy precisamente he comprado en Barcelona el libro de la hija de Enrique Rojas, que se llama Mirian. Un libro que lleva doce ediciones en muy poco tiempo. Aunque este tipo de betsellers no me suelen cautivar, éste me ha parecido interesante. Se lee de un tirón.Se titula Cómo hacer que nos pasen cosas buenas.
      Besos y gracias.
      Nunca es tarde.
      MÁS

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