Los motes del profesorado

16 Jul

Conozco algunos estudios –no muchos- sobre los motes que los estudiantes dedican a los profesores y profesoras. El fenómeno de los motes es relevante porque los motes o sobrenombres esconden (o desvelan, según se mire) las actitudes de los estudiantes hacia quienes les enseñan. Los apodos desempeñan funciones denominativas y descriptivas de gran interés sociológico y lingüístico.

No me gustan los motes crueles, despectivos, agresivos, groseros… Porque ofenden, hacen sufrir, crean estigmas y, en definitiva, encierran violencia.

¿Por qué surgen? ¿Quién los crea? ¿Qué contenidos semánticos encierran? ¿Quién y cómo los conoce?¿Cómo se difunden? ¿Quién los utiliza? ¿Qué funciones cumplen en el discurso y en la micropolítica escolar? ¿Cómo los aceptan o rechazan los interesados e interesadas? ¿Cómo desaparecen? Todas estas preguntas y muchas otras me asaltan  ante esta singular faceta de la sociología de la comunicación escolar.

No me gustan los motes crueles, despectivos, agresivos, groseros… Porque ofenden, hacen sufrir, crean  estigmas y, en definitiva, encierran violencia. Hay que acabar con esa práctica lesiva de la dignidad. Cuando exploras en la búsqueda de sobrenombres de docentes encuentras expresiones duras y modos de contarlas abiertamente crueles. Me disgusta esa vertiente negativa de la comunicación por la relación fría y dura que muestra entre discentes y docentes.

Me parecen aceptables aquellos que son ingeniosos, simpáticos, afectuosos…  Pero claro, el creador del mote no consulta a nadie y obedece solo a su ingenio o a su torpeza y a su voluntad de agradar o de ofender. En ocasiones, los motes hacen referencia a comportamientos de los docentes y son un castigo a formas de ser duras o despóticas. Son una forma de venganza (hace poco escribí un artículo en este espacio titulado “El Hitler de quinto curso”). Otros tienen que ver con defectos físicos y muestran cierta crueldad por parte de los alumnos (“Espermatozoide” le llamaban a un profesor porque era delgadito y cabezón). Hay motes que reflejan un latiguillo que repite un profesor (“La Vales” le llamaban a profesora que decía cientos de veces ¿vale? en sus explicaciones) o el nombre de un científico o escritor por el que siente una especial devoción (conozco un “Ovidio”, un “Aristóteles” y un  “Einstein”). Otros tienen que ver con el parecido del docente con algún actor o personaje célebre (“Mister Bean” se lleva la palma). Existen también motes sexistas (“La Turrona”, le llamaban a una profesora porque  decían que “estaba muy buena”).

La mayoría de los profesores no se entera del mote que le han colgado sus alumnos y no sé por qué prodigios de la sociología, pasan inadvertidos para sus protagonistas. Con frecuencia, conoce el mote todo el mundo menos el interesado. Algunas veces son colegas quienes desvelan el mote a un compañero y otras es el azar quien brinda la información. Algún correveidile puede ser la fuente. También es cierto que algunos docentes ejercen tácticas que obligan a confesar a los más inocentes. Otras veces es una situación cómica o trágica, la que hace llegar el mote a su destinatario.

Pasarse por los baños de los alumnos y leer lo escrito en las puertas y las paredes permite conocer muchos de los motes, ya que allí dan rienda suelta a sus pulsiones políticas, sociales, futbolísticas y escolares.

No sé qué motes me han acompañado durante mi carrera. Solamente uno que me dedicaron los alumnos universitarios del CEU de Madrid, donde impartía las asignaturas de Psicología General I y II. Fue un mote halagador porque era el del protagonista de una serie televisiva en la que aparecía un docente comprometido e innovador: Lucas Tanner. Esos motes, sí. Son un premio. Otros son inaceptables. Porque hieren.

Tengo que reconocer, por ostra parte, que nunca he bautizado a ningún profesor con mote alguno. Quizás por ese rechazo que tengo a los motes hirientes, ofensivos, crueles. Siempre he pensado que hay que evitar las formas gratuitas de sufrimiento ajeno.

Ni qué decir tiene que, en algunos casos, el mote encierra humor e ingenio. En otros, hace falta sentido del humor para encajarlos sin sentirse mal. Teniendo que cuenta que una excesiva repulsa puede provocar el efecto contrario al que se pretende.

Me gustaría explorar esta asunto, conocer los motes, clasificarlos por etapas, género, contenido semántico, aceptación o rechazo… Lo cierto es que el mote puede  marcar la vida de la persona. Confiere a quien se le atribuye un carde lidrrazgo. referencia a su cpaacidad nte llamado por sus alumnos Capiab  lo tenñia merecido.enguas clden, mientras repet Sin ácter o un etiqueta que simplifica su historia y su carácter.

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Voy a comentar algunos que conozco personalmente o que he conocido a través de otros profesores o alumnos. Los he querido destacar por su ingenio, por su toque de humor.

Óxido antimonioso”: se lo coloca un pésimo estudiante a un  buen profesor de química. Quien me lo contó me aseguraba que debía de ser la única fórmula que se sabía el alumno. El profesor tenía un problema de visión y el alumno le llama “Oxido antimonioso” porque la fórmula química es SB2O3, que leído de forma ingeniosa sería “Ese ve dos o tres”.

“Saliva-va”: es el mote que le dedica un alumno a un  profesor que, cuando hablaba en clase soltaba unas partículas de saliva. No hace falta explicitar la referencia al bandido Ala Babá.

“Olla express”: atribuido a una directora bajita y gordita que iba por los pasillos pidiendo silencio e imponiendo orden, mientras repetía: shhhh, shhh, shhh…

Bikini”: Conocí a una profesora a quien así llamaban los alumnos. Ellos me dieron la explicación: “porque enseña todo menos lo principal”.

“Café sin azúcar”: porque el docente estaba siempre  amargado, siempre fe mal humor.

“Moro9”: porque el profesor es un poco más que morocho.

“La Recta”: así llamaban a una profesora que decía que les iba a llevar así de rectos. Y lo decía mostrando un dedo que tenía torcido.

“Sapo”: porque cuando se enfada utiliza el siguiente estribillo  ¿“saaaa…posible”? Esa contracción ha fraguado el sobrenombre.

“Padre Ácido”: cuando conocí este apodo pensé que se debía al mal carácter del sacerdote, pero luego supe que se debía a una explicación más chocante: “le llaman Ácido porque “donde cae, come”.

“El Hijo único”: así llamaban al dueño de una cafería escolar a quien los acreedores reclamaban las deudas que había contraído. Siempre contestaba de la misma manera: “No tengo, hermano”,

“La Venus de Emilio”: cunado yo estudiaba en Oviedo los cursos comunes, el profesor y famoso lingüista Emilio Alarcos (hoy fallecido) se emparejó con una joven profesora, de apariencia muy hermosa.

“Charon Stonne”: a una docente que se llamaba Charo y que cruzaba las piernas como la  famosa actriz.

“Gotelé”: Porque hablaba muy rápido y soltaba partículas de saliva.

En esta pequeña enumeración se ve que hay motes de muy distinto tipo, contenido e intención. Vuelvo a repetir que no me gustan aquellos motes que zahieren, se mofan o se burlan de alguien. Porque me gusta que la relación profesor-alumno esté presidida por el respeto y por el afecto. Me gustaría que no surgieran o que se erradicaran aquellos que puedan tener el más mínimo toque ofensivo para el destinatario. Solo me parecen buenos aquellos que hacen sonreír a quien lo usa y también, y sobre todo,  a la persona a la que se le atribuye.

43 respuestas a «Los motes del profesorado»

  1. Un leonés eMálaga es el leonés.
    Un leonés que trabaja y vive en Málaga, cuando está en su tierra, es el malagueño o, quizás, el andaluz. O nunca deje de ser Miguel Ángel de ( y el apodo de su familia o nombre de padre o madre).

    Un maestro trabajando de otra cosa (algo más que habitual), los compañeros lo tienen chupado. Maestro o profe, a gusto del consumidor.

    Creo que todo mote lleva una cierta sorna.
    A mí no es que me gustase demasiado por muchos motivos. En cuanto a su uso, poco podía hacer. Llevarlo con filosofía. Me fastidiaba tener que recordar constantemente ese hecho, soy maestro y no trabajo de maestro.También, cuando era dicho cara al cliente, cara al publico general, yo pensaba que esa gente pensaría: éste muy listo no puede ser, cuando no trabaja en lo suyo, y eso que lo de maestro no es gran cosa.

    • Querido y madrugador José Antonio:
      Es buena esa postura de “llevar las cosas con filosofía”. Dice mucho,. Y es muy sano.
      Cuando no se aceptan, a veces, se consigue el efecto contrario.
      Claro que lo mejor que es que eviten los que hieren.
      Saber encajar el mote encierra, a veces, dosis de humor que no tenemos. Y que serían necesarias.
      ¡Todo hablan en la escuela! Los motes también. Hay que saber escuchar lo que dicen.
      Un abrazo cordial de fin de semana.
      MAS

  2. Me parece un excelente análisis sobre los motes, que no creo exagerar, todo profesor lleva alguno o muchos a lo largo de su docencia. Diría más, hay alumnos que no conocen el nombre de sus profesores, le conocen por el mote.
    Lo positivo de esto es la gran imaginación que tienen los muchachos, como lo demuestran los ejemplos tan agudos que nos ha presentado Miguel Ángel.
    Como de motes se trata yo también tuve el mío, que es inocente. Si tuve otros no lo sé, pues como dice M.A., el último que se entera del mote es el que lo lleva. Yo a veces cuando se metía en el aula una mosca pesada, que de hecho lo son todas, tengo la habilidad de cazarlas con un golpe de mano sin matarlas y abría la ventana y las enviaba a la libertad. Me cayó el mote de inmediato: ” Miyagi”, ese actor japonés que parece que también las cogia al vuelo.
    La vena irónica e imaginativa de los muchachos no tiene límites. Con esto me quedo.
    Saludos a todos

    • Querido Joaquín, querido Miyagi:
      Es verdad. algunos alumnos no conocen el nombre auténtico del profesor.
      Es raro que un profesor cercano, competente y abierto reciba un sobrenombre cruel. Pero todo puede suceder.
      Gracias por compartir tu simpático apodo.
      Otra cuestión interesante sobre el tema es el arrastre del mote de unos centros a otros, de unos años a otros. Algunos han tenido siempre el mismo mote y otros han ido cambiando a través de los años.
      Sería muy interesante también hacer un análisis semántico del contenido de los motes.
      Ya ves, una cuestión menor pero de muchas vertientes interesantes.
      Un gran abrazo, querido amigo.
      Y muchas gracias.
      MAS

  3. Hay que ver qué ingenio el de los chicos y fichas estudiantes.
    Me adhiero a la idea de que habría que combatir los motes hirientes, los que estigmatizan y hacer sufrir.
    Mucha parte de la solución está en las buenas relaciones entre profesores y alumnos.
    Algunos se ganan a pulso algún mote que otro.
    Es cosa de todos.revertir las situaciones negativas.
    Saludos y buen fin de semana.

  4. El tema da para mucho. Nunca lo había visto abordado desde una visión tan ambiciosa y meramente anecdótica. Porque, en efecto, los motes son un fenómeno de la sociología y de la lingüística escolar.
    Su estudio merece la pena desde el punto de vista de la comunicación. Somos como nos llaman o nos llaman como somos.

  5. Mi estimado profesor Miguel Ángel, mientras leía tu comuna de hoy pensaba en cuál es mi mote, varias veces los escuché preguntar por mí, como ” la profe de lengua” esa ” la grandota”, es una realidad que todos saben el mote menos el interesado,
    Quienes trabajamos en escuelas de varones, no dejamos de asombrarnos por el ingenio de los muchachos,al respecto comparto uno de mi colega, estuvimos medio año en saber que le decían Olivia por su parecido con la novia de Popeye.
    Debo decir que se parece.
    Gracias por hacernos recordar la época de estudiante y ahora de docente.

    • Querida Stella:
      Gzracias por aportar tu experiencia y tu ideas.
      Sería estupendo que, a través de los comentarios, nos llegaran mmás vivencias de profesores y alumnos. Porque, claro, esta cuestión se puede analizar desde la visión de quien pone los motes y de quien los recibe.
      Besos y gracias.
      MAS

  6. Qué ingenio el de los motes ue se citan en el artículo.
    Me gustaría saber si esa tendencia de poner motes crece o decrece y qué proporción de profesores y profesoras lo tienen.
    Tengo la impresión de que hay menos motes que antes. No lo sé. Quizá es que no los conozco.
    Cuandoeres alumno estás más al tanto de odas esas cosas. Pero ya de profesora es otra cosa.
    Ni siquiera sé si yo lo tengo.

  7. Qué gracia tienen algunos de los motes citados.
    Es un derroche de ingenio.
    Me parece buena la última idea del artículo.como criterio para saber cuándo un mote es bueno: que le haga gracias al que lo pone y al que se lo ponen.
    Todas las formas de agresión sion condenables. Y algunos motes son formas insidiosas de hacer daño al prójimo.
    Ya sé que algunos motes son una forma de revolverse contra el poder del profesor. Y, sobre todo, contra algunas formas de comportarse autoritaria o incompetente.

  8. Estimado José María:
    Es cierto.Algunos docentes se ganan a pulso el mote duro que les ponen sus alumnos.
    La desaparición de esos motes debe venir no como una forma de represión sino como fruto del esfuerzo educativo.
    No es fácil eliminar un mote que los alumnos y alumnas quieran poner y utilizar. Lo que sí se puede lograr es evitar su uso público.
    Por eso, creo quela despariciñon de los motes crueles esla consecuencia de unas relaciones asentadas en el respeto y en el afecto.
    Saludos agradecidos por la participación.
    MAS

  9. ¡Querido Maestro!
    De entrada siento una gran repulsa por los motes.A mi cuando estudiaba me pusieron uno ,que le puedo decir que me ha marcado toda la vida, haciéndome tener una inferioridad y un trauma duradero a lo largo de mi existencia.
    ¡No concibo tanta maldad en los alumnos a otro alumnos que ven más débil y que no tienen valor por su inocencia para defender su integridad!
    ¡Es solo pensarlo y en mi interior aparecen los signos lejanos de ese dolor inmenso que deja huellas hasta en el alma!
    Y además se recibe como mofa de unos a otros y es una cadena imparable.¡Malditos sean los que hacen ese daño a las personas!
    La risa y el buen rollo es otra cosa, es sentirse atraído por sensaciones placenteras que complacen el desarrollo humano.¡Eso si me gusta,la risa como plenitud de los sentidos!Ejercicio para completar el buen hacer armonioso.
    ¡Con esa sensación me quedo, con el de la sonrisa, si todos intentáramos hacer reír,otro gallo cantaría!
    ¡Querido Miguel Angel tu artículo de hoy me ha llevado a recordar viejos tiempos!
    Sin más intentando llevar esta gran subida de las temperaturas como mejor se pueda me despido con un cordial y afectuoso saludo para todos.

  10. Querida Loly:
    Tu experiencia me afianza en la tesis básica del artículo: los motes crueles, hirientes, ofensivos, encierran violencia y dañan a las personas. Son una forma de violencia que deberíamos erradicar de las escuelas.
    No saben cuánto siento que te haya recordado malos momentos pero no sabes también como valoro y agradezco tu testimonio personal.
    En efecto, la idea es válida para los motes que se ponen unos alumnos a otros (o algunos profesores a sus alumnos)
    La relación educativa es esencialmente empática.
    Besos.,
    MAS

  11. Interesante tema en el que no había pensado nunca. Sí conocía motes pero nunca se me había ocurrido que pudieran preguntarse tantas cosas sobre su uso.
    Estoy de acuerdo en que hay motes y motes. Algunos son ofensivos, otros simpáticos.
    Como en todo tipo de relaciones habría que terminar con lo que ofende.
    Saludos.

  12. Nunca había pensado que se pudieren preguntar tantas cosas sobre los motes. Sabía que existían pero no se me había ocurrido que pudieran estudiarse tantas vertientes de los mismos.
    Desde luego que hay motes ofensivos y motes simpáticos. Como en todas las dimensiones de la relación habría que terminar con los que ofenden. Y más en la escuela.
    Saludos.

  13. Como en todas las organizaciones , en la escuela existen motes. Lo que pasa es que esta es una institución educativa y debe ser un ejemplo de buenas comunicaciones, de relaciones sanas y respetuosas.
    Creo que no son admisibles, como dice Loly por propia experiencia, aquellos que marcan negativamente la vida.
    Saludos cordiales.

  14. ¿Puede haber carnavales políticamente correctos? ¿Serían carnavales?

    Realmente, el mote mote, ¿qué busca?

    Para mí, si pretendemos educar al mote, lo convertimos en otra cosa.

    Dice Miguel Ángel, que el mote es una especie de defensa. Se defiende quien se siente atacado, de forma real o imaginaria. Los motes suelen hacer cierta gracia a todos menos al que lo recibe. Es algo parecido como quien es imitado y cachondeado. Puede hacernos gracia, al imitado no, aunque diga que sí.

    No abundan las personas capaces de reirse de sí mismas, del personaje que representan. La mayoría mentimos.

    Hay auténticos especialistas en bautizar a los demás. No les suele gustar que le den su medicina.

    No, no me gustan los motes. Puede que sea que no nos guste enfrentarnos a nuestra verdad concentrada en una o pocas palabras.

    Hay profesores que les debe encantar retratar a sus malos o rebeldes alumnos, no les ponen un mote ( o sí), pero no suelen decir nada” bonito” de ellos.

    Hay motes que te caen por na. Hay otros ganados a pulso, y se quedan cortos por los méritos ganados. ¿Quién tiene el poder? Luego, ¿quién puede abusar de él? Todos tenemos derecho a defendernos en la medida de nuestras posibilidades. Motes y caricaturas, mismo mensaje.

    En estas historias de las risas, todo depende de la relación que tengamos con quien nos llama con un mote. No es lo mismo que lo haga tu amigo que tu enemigo.

    • Estimado José Antonio:
      No sé por qué, en este caso también, se ha ido a spam. Y de ahí lo he recuperado.
      Como siempre, es un comentario lleno de preguntas y respuestas y más preguntas…
      No hay que herir, ni con la palabra ni con los hechos Hay que respetarse. Todos a todos, sin excepción. Esa es la esencia de la dignidad de ser personas. Por el hecho de serlo tenemos dignidad.
      Creo que coincidimos en lo sustancial.
      Gracias por participar.
      Un abrazo.
      MAS

  15. Buenos días,

    Srta. Belmonte, Ud. no sabe si tiene mote. Tal vez sea ud. profesora de alumnos varones adolescentes. Y yo pienso que Ud. debe ser muy buena persona, por bienpensada.

    Al hilo del Sr. Lema, mi opinión es que es un asunto de actitud tanto para imponerlo como para encajarlo.

    Pueden hasta tener un sentido práctico. Lean, lean, algunos cuando se vieron excluidos de la lista, enseguida pidieron ser incluidos, aunque fuese con el número de teléfono móvil y de otra compañía.

    http://www.diariosur.es/20070919/malaga/motes-telefonicos-20070919.html

    • Estimado Quintiliano:
      Creo que es más fácil que lleguen al destinatario los motes bondadosos, porque hay más facilidad para hacérselos llegar. Los motes más duros se hacer saber al interesado con más dificultad, para no mortificar a la persona.
      No sé qué porcentaje de profesores y de profesoras tienen mote. No sé si lo más frecuente es que lo tengan. De su comentario parece desprenderse que es lo más común.
      No he entendido bien el párrafo final en el que hablas de verse excluidos de la lista. No sé de qué lista hablas. ¿Me lo puede aclarar?
      Gracias por participar.
      Imagino que en estos días el riego se hará más necesario y más frecuente.
      Un cordial saludo.
      MAS

  16. Los motes son un arma de doble filo. Sirven par acercarse o sirven para castigar.
    Es importante estudiar esta realidad de las instituciones. No pasa solo en las escolares.
    Las relaciones buenas hacen difícil que surjan motes ofensivos. Por eso es importante enseñar a convivir.
    Saludos a todos los lectores y lectoras del blog.

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  18. Los motes ingeniosos pueden ser buenos o malos, positivos o negativos.
    El ingenio se puede poner al servicio del bien o al del mal.
    Me disgustan los motes (aunque sean ingeniosos) que constituyen una ofensa para el prójimo. Quien debe decir si es ofensivo o no un mote es el interesado.
    Ya sé que no abunda el sentido del humor, pero a veces no es suficiente para aceptar un mote perverso.
    Saludos.

  19. Conozco motes. Algunos reflejan características del individuo. Pero no es igual decirle a alguien GORDITO que BOLA DE GRASA.
    La intención del que bautiza es muy importante.¿Qué pretende conseguir? ¿Qué emociones quiere suscitar?
    Es verdad que hay especialistas en poner motes.
    Sería bueno hablar con ellos y pedirles mesura y cordialidad.
    Porque es imposible acabar con los motes.
    Buena semana.

  20. Hay verdaderos espeiliatas en “bautizos”. Ponen motes con facilidad y acierto.
    El problema es que no siempre son personas que tienen bondad en la relación con el prójimo.
    YO creo que no se puede acabar con los motes, pero sí con los motes crueles.
    Hay que trabajar ese asunto de forma explícita.

  21. Querida María Jesús:
    El ejemplo que pones es muy elocuente. GORDITO tiene un tono simpático y afectuoso y BOLA DE GRASA tiene un tono despectivo y antipático.
    No podemos olvidar los motes entra almnois, algunos muy crueles. A un niño con polio ue se llamaba Marco los compañeros le llamaban Marco Polio. Creo que es inadmisible. Esos motes deben ser eliminados por las buenas o por las malas.
    Saludos y gracias por participar..
    Besos.
    MAS

  22. Hola familia.

    Enlazando el tema de la semana pasada y el de ésta, voy a hacer prácticas. Nunca he puesto un mote a nadie. No he tenido ni esa necesidad, ni esa maldad ni esa gracia, nunca.

    Hoy, dado el tema, tengo esas ganas de ponerle un mote a alguien. A mí.

    A partir de hoy, y mientras no tenga una radiografía tan precisa como ésta, que la cambie, voy a ser El 1,2768.

    Buscando su sentido práctico y calificativo, dice más de mí mi mote que mi nombre.

    Un saludo a todos.

  23. A ver. Sí. Está bien. Esto ya es otra cosa.

    No es que me guste demasiado ni que esté muy de acuerdo. No puedo saber nada. Estoy prácticamente a ciegas.

    Personas más cualificadas que yo, que saben de esto, es lo que opinan, y su opinión es la que vale. Mis gustos y apetencias, mis ideas valen de bien poco. Habrá que mentalizarse, asumirlo, y trabajar más para mejorar la realidad. Eso también nos lo enseñan ciertos apodos.

    De ahí que quiera tener bien presente el mío, antes de escribir cualquier tontería. Poesía.

  24. Buenos días,

    Sr. Guerra, cuando hablo de la lista es en referencia directa al artículo del enlace que puse. Me refiero a la lista/listín telefónico por motes. En el artículo que puse en mi anterior mensaje no dice nada de los que voluntariamente llamaron para ser incluidos. Hablaba de oidos y de mi recuerdo cuando salió la noticia. El listín se hizo, en principio, solo teniendo como base las páginas blancas de telefónica. Al parecer los que tenían teléfono móvil se sentian excluidos de tan honorable mérito de ver llamarse, por ejemplo, Culo Goma, en la lista de teléfonos de los vecinos del pueblo.

    Expresamente lo dice en el penúltimo párrafo del enlace que sigue.

    http://www.taringa.net/posts/info/969693/Guia-de-Telefonos-por-Apodos-y-Apellidos-de-Villanueva-del.html

    Yo creo que esto es un tema cultural, se da más en provincias. Es común en los pueblos. Cuando llega un maestro/maestra nuevo, a la semana o antes, ya está apodado. Aunque esto quizá esté decayendo. Los de la capital suelen ser más finos y un poco más remilgados. Conozco “Guarro”, “Guarrillo”, “Jigo negro”, orgullosísimos/as de tan ilustre nombramiento.

    Yo catalogaría estos actos y efectos cercanos al uso del tú y el Usted. Esta costumbre es para hacer un estudio antropológico en profundidad. En provincias, el respeto va más allá del uso del mote. El Guarro, sabe y todos le conocen como el Guarro, y no como Manuel ¿?. Nadie le espeta de pronto, oye tú Guarro. Todo el mundo le llama de Usted y Manuel, algunos hasta de D. Manuel. Sus hijos le hablan de Ud. Y se siente bastante insultado -en su foro interno- cuando, según sus propias palabras, un “coletas muerto de hambre”, que no le conoce de nada, le tutea.

    Que conste que a mí personalmente prefiero que siempre me hablen de tú. Me rejuvenece. Pero sabiendo lo antes dicho, intento hablar a todo el mundo de Ud., puede parecer una memez. Ante la duda, prefiero pecar de exceso.

    Saludos a todas y todos.

  25. Ah, perdón, se me olvidaba, constaten lo que quiero decir leyendo “El Camino”, de Miguel Delibes. Lo pasarán bien. Allí están El Mochuelo, El Tiñoso, El Moñigo, Las Guindillas, etc. etc.

  26. Contra los motes ofensivos: tolerancia cero.
    Me acabo de enterar de un mote curioso de una profesora que lleva con muy buen humor. La llaman Marc Spitz (el famoso nadador):. La explicación es la siguiente: “nada por delante y nada por detrás”.
    Vivir para oír y para leer y para ver.
    Saludos.

  27. Los motes tienen una doble vertiente. Hay motes que sirven para ofencer y motes que sirven para engrandecer.
    Los primeros habría que desterrarlos porque constituyen un instrumento de violencia.
    Los otros se puede sobrellevar como elementos que mejoran la convivencia escolar.
    Gracias a todos.

  28. Hola familia.

    Dado que divido el día en dos, dispongo del doble de tiempo.

    En el segundo día del día de hoy, me dejo caer por El adarve y busco esta misma semana en años anteriores.
    Año 2013, 6 de Julio, “Cincuenta céntimos”. (Semana vecina). Buenísimo. Todavía estoy masticándolo, y no acabo de decidirme con contundencia. No puedo.

    ¡Qué difícil discernir, a veces,entre lo justo e injusto, lo individual frente a lo colectivo, la norma pedagógica o sancionadora!

    Me ha encantado todo el debate de los lectores, y, como digo, no acabo de tenerlo claro. Desde luego, lo mío fijo que no es el derecho. Pero toda institución y la sociedad en general, están llenas de leyes y normas. “Cincuenta céntimos” es el ejemplo de lo complejo que es ponerse de acuerdo en normas y derechos para la convivencia justa para todos.

    Yo recomiendo su lectura a quien no lo haya hecho. Dado mi indecisión, tendré que releer despacio los distintos argumentos y posturas, a ver si maduro una postura.

    A la espera de nuevas incorporaciones de Miguel Ángel. Un saludo a todos los que por aquí andáis.

  29. Estimado José Anronio:
    Ya veo que el día, como lo divides en dos, te da para más. In©luso tienes tiempo para repasar.
    Imagino que el artículo al que haces referencia (Cincuenta céntimos) te habrá remitido a otro que se titulaba Justos por pecadores..
    M<e puse de parte de la chica sin saber lo que iba a decir después la justicia. Nos dio una buena lección de ética. Una clase en toda regla.
    Saludos cordiales.
    MAS

  30. Buenos días,

    Efectivamente, Sr. Lema, en “Cincuenta céntimos”, se trata ese pus de buenismo de primer golpe de vista, que a la larga perjudica a la sociedad en general, y al individuo afectado en particular. Según mi opinión.

    Salucos a tados y todos.

  31. “Gran Jefe Plasma”, “Coleta Morada”, “Cuervo Ingenuo”… Los motes se extienden por todos los colectivos. Las etiquetas personalizadas son segundos nombres fruto de la percepción o de la intención particular de los miembros.
    Todos tenemos un nombre original producto de los gustos y deseos de nuestros padres (El santo o personaje al que nos gustaría que se pareciera nuestro hijo, la sonoridad de la palabra, el especial recuerdo de alguien particular…) es decir una manifiesto de un proyecto futuro; sin embargo los motes son un bautizo diferido basado en una realidad pasada. Acaso, por esto mismo, tengan más lógica aunque también más intención (buena o mala).
    Esos chispazos de ingenio, esas imágenes y asociaciones lingüísticas tan sorprendentes, abandonan la asepsia del nomenclátor y adquieren el valor de un juicio y de una sentencia. A veces será un castigo que durará toda la vida sin posibilidad de remisión. Otras, esas etiquetas, forman parte de nuestro sistema de clasificación de las personas en el mundo y entonces definen tanto al etiquetado como al etiquetador (dicen mucho de su empatía, emociones, intenciones…) Lógicamente, para que un mote no sea lesivo, debe ser aceptado por ambas partes.

  32. Yo también he sido bautizado con algún mote en el cole. Reconozco que, inicialmente, me sorprendió y disgustó. Al principio me costó identificar su origen; pero cuando descubrí la causa del mismo me hizo sonreír.
    Mis impresiones las cuento en este artículo de mi blog, para los interesados en los elaborados procesos que realizan los afectados (etiquetados y etiquetadores).

    http://imagenx1000palabras.blogspot.com.es/2015/03/el-garbanzo.html

  33. Buenos días a todas y a todos los que por aquí andáis.

    Siento que ya no venga a cuento, pero la semana, en cuanto al Adarve se refiere, se acaba y yo ya ando con mis batallas particulares. Pero, como veo relaciones por todas partes, algo de los motes, apodos, genialidades, calificativos e insultos caerá.

    Me he ido unos años atrás, sobre las mismas fechas, y estoy sobre distintos temas, pero con las mismas ideas de siempre. Siempre acabamos en dos bandos enfrentados. El sí y el no. Lo justo y lo injusto. El experto y el ignorante. Los progresistas y los conservadores. Las dos Españas.
    1.- Ando a vueltas con una pregunta y no le encuentro respuesta satisfactoria. ¿Por qué pienso como pienso? ¿Por qué pensamos como pensamos cada uno de nosotros? Mismo colegio, profesorado, familia o sociedad, tiempo en cuanto a cultura o época. ¿Qué nos hace optar por unas posturas u otras?

    2.- Sí, Miquel Ángel, creo que muchas veces, demasiadas, apañados vamos.

    3.- Alguien decía que las familias ya tienen su parcela en cuanto a participación en la escuela. Lo mismo que decir que el hombre “debe colaborar” en las tareas de la casa. El profesional, el que sabe frente al que no, es el maestro (en el caso de la educación). La familia colabora con el profesional, y que no moleste demasiado su sabia labor. Cuidado, que pensamientos de este tipo se los escucho a personas que admiro, cuando decimos que, en definitiva, el profesional es el maestro, y debe hacer valer su conocimiento frente al que no lo posee (familias, alumnado, otros compañeros menos experimentados). Este punto me trae loco, porque parece de sentido común, pero puede llevar, como creo que lleva, a despreciar al otro frente a nuestra sabiduría. Se reclama participación de las familias en la escuela, pero en su parcela, la que no afecte prácticamente a nada, como con el alumno. Un paripé engañabobos.

    4.- He chupado unos cuantos castigos colectivos en el colegio. Muchos con dolor carnal, colocados en fila como para un fusilamiento, esperando tu turno. Y nada de cubrirse, tenía que sonar, y como los besos en España, nunca van solos, son dos o tres, dependía del número que formábamos la fila y de la preparación física del verdugo, que luego puede que nos pretendiese enseñar matemáticas o un poco de la vida de Jesucristo u algún bondadoso santo. Todos con dolor psicológico de sufrir una injusticia, pues yo no mataba ni una mosca, como muchos. He copiado muchas hojas cuadriculadas (como las cabezas de nuestros verdugos), con las frases más tontas sobre disciplina y buen comportamiento. Eso no me extraña (para la época de El Ferrol del Caudillo), pero veo que aún hoy se sigue ejercitando la copia como aprendizaje de disciplina. Lo otro, estoy convencido que no se realiza porque está prohibido.

    5.- Sí. Es cierto. Nos empecinamos en los errores. Yo soy un ejemplo. España, también.

    6.- Terminar con algo dulce y alegre, pues me ha salido, sin querer, la vena más amarga de la educación.
    Estamos pasando los días de verano en la aldea. Mis padres son las vacaciones que tienen, lejos de la ciudad, y eso que hablamos del pueblo de A Coruña. Mi padre, en silla de ruedas, ya no es lo que era, y volvemos a más que a nuestra niñez.
    Mis dos sobrinas dianenses, La Licenciada de 6 años, y La Paspalleta de 2, me dejan hoy, después de comer, y se van a la casa de la otra abuela, al lugar del Caudillo. Luego se irán más lejos, a tierras del calor. Me pierdo a mis mejores maestras. ¿Te puedo ayudar? Quiero ayudarte. Pero, yo no estoy haciendo nada. Una perrita, de raza galgo, nos ha adoptado como familia. Le hemos hecho una casita con cañas de bambú. Le han puesto de nombre Mel. Pregunto el porqué de ese nombre (miel en castellano), pero no tengo a la autora del bautizo.
    Los niños, las niñas crecen muy, muy de prisa. Y la infancia dura lo que dura. Me da mucha pena perderme la de mis sobrinas. Pero la vida es un continuo y cada época tuene lo suyo.

    7.- Y termino con el punto uno. Hay posturas, bandos. Partidos, religiones, no religiones, valores varios, … ¿Qué me hacer ser de uno u otro? ¿Estaré en el bando correcto? ¿Seré de los “buenos”, porque yo no quiero ser de los malos? ¿Saldré adelante con mis ideas?

    Un abrazo desde el fresco y nuboso norte a todos los que seguís El Adarve.

  34. Interesantes aportaciones.
    Me hubiera gustado ver más tipología de motes.
    Es un tema que nunca pensé que tuviera tanto calado.
    Permite un análisis de las relaciones entre profesores y alumnos.
    Es un modo de abordar la micropolítica que hay en las instituciones.
    También se podrían estudiar los motes de los alumnos (unos a otros) y los de los profesores entre sí y respecto a sus alumnos.
    Saludos y hasta el tema de mañana.

  35. Querido Jesús Marcial:
    He leido con entusiasmo tu artículo El Garbanzo. me ha encantado. o solo por cómo está escrito sino porque en él se pone un ejemplo de cómo se puede encajar con elegancia y espíritu deportivo un mote.
    Supermán era un mote menos pedestre pero, el elogio que haces del garbanzo, es magnífico.
    Hace poco he comido un excelente plato de garbanzos con langostinos.
    Claro que también han tenido su leyenda negativa. En un monasterio se prohibía tenerlos como plato para los monjes. La razón no podía ser más peregrina: “Ut fratres ne brutescant…”.
    Enhorabuena por tu actitud y por tu artículo.
    Y gracias por participar.
    Un abrazo.
    MAS

  36. Excelente texto que sirve para pensar en las relaciones que existen entre profesores y alumnos.
    La buena relación es indispensable para que se produzca aprendizaje.
    Porque para aprender hace falta una disposición emocional para el aprendizaje.
    Le he oído en alguna ocasión a MAS que los alumnos aprenden de aquellos docentes a los que aman.
    Estoy den acuerdo.

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