Puntadas sin hilo.

27 Mar

Para esta semana tenía varios temas a tratar: el paso del Unicaja por la Euroliga, la incapacidad para gestionar los finales apretados, la mala cara que tiene el asunto del baloncesto en Sevilla (aunque haya una aportación a fondo perdido cada vez que Unicaja juega allí) o la pena infinita que transmite el Joventut en todos los aspectos… Pero el desarrollo de los acontecimientos hace que sea necesario tratar la actualidad.
El entrenador de nuestro Unicaja, el cual tiene su origen en el histórico club verdinegro, ha tenido una entrevista en TV3. Cualquiera puede verla, aunque está en catalán se le entiende casi todo, es un interrogatorio amable, no especialmente incisivo y bastante relajado. Lo mejor está cuando Joan Plaza, ante la cuestión sobre si querría ir al FC Barcelona, responde que «entrenar en Can Barça sería espectacular» y que «la posibilidad de estar en las quinielas ya es una barbaridad». Desde luego, no sé yo si cuándo le llegó la petición de la entrevista de la televisión autonómica catalana, pensaría que los derroteros iban a ir por ese camino, pero ahí está, para que todo el mundo la vea, la analice y opine.
Vaya por delante que hablamos de profesionales, de gente que trabaja para una empresa mediante un contrato y que es lícito que todos queramos mejorar, pero no estamos hablando de trabajar en un banco o en una compañía de seguros, esto del deporte, por muy profesional que sea, y perdonen que me ponga pesado, va más por la vertiente de sentimientos que por otro lado.
Plaza lleva mucho tiempo aquí, creo que ha realizado un trabajo muy positivo para lo que requería el club de Los Guindos y ha ayudado a recuperar parte de la poca historia de gloria que teníamos en Málaga. Aquí el baloncesto fue capital para darnos un chute de autoestima en lo que más nos toca la fibra sensible: en el deporte, acostumbrados a estar permanentemente a la sombra de los grandes, el Unicaja nos hizo creer a los malagueños algo impensable, que no sólo podíamos pelear con los de arriba, sino ganarles. De sobra sabemos que el entrenador catalán no estaba aquí entonces, pero aparte de la consecución del título de la Eurocup el pasado año, ha hecho muchas cosas buenas.
No sé si hablar de finales de ciclo o invocar a lo ingrato del deporte con eso de que nadie te recuerda cuándo se apagan los focos, pero me ha extrañado sobremanera que alguien tan acostumbrado a no dar «puntadas sin hilo» como vulgarmente decimos, simplemente haya hablado sin evaluar las consecuencias más inmediatas.
Éstas puede que queden en nada, o puede que el crédito que Plaza mantenía dentro del entorno del club merme de forma sustancial. Como es habitual, oficialmente no hay pronunciamiento alguno y me viene esa idea recurrente sobre que al entrenador le ha mantenido en Málaga la inexistencia de alguna oferta que mejorase lo que tenía firmado en su contrato, el cual a su vez, ha disuadido al club de buscar otro entrenador, porque suponía indemnizarlo. Además, si recuerdo cómo nos tomamos en Málaga ciertas cosas, me viene a la mente el caso del que desea Joan Plaza tener por jefe en breve, nuestro paisano Nacho Rodríguez puede explicar que él, a pesar de no ganar ningún título con el Unicaja, hizo mucho más por este club que el entrenador y todos recordamos como fue tratado durante años.
Aunque quede bien eso de querer entrenar en su ciudad, y hablar de uno de los grandes del continente, es muy complicado que agrade, sobre todo porque íntimamente se piensa que el equipo verde está capacitado para seguir peleando con los grandes al igual que en la época de Bozidar Maljkovic o Sergio Scariolo, entrenadores que sí que eran grandes y manejaban una entidad que quería serlo. Hablamos de otra época, otras circunstancias y sobre todo, otras personas en los puestos dirigentes, tanto en el banquillo como en los despachos, y creo que volver a aquellos momentos nos pilla tremendamente lejos.
Las declaraciones de Plaza, aún siendo lícitas y dentro de la lógica, denotan una implicación y una identificación tanto con el club como con la ciudad que se limitan al profesionalismo, por tanto, sólo los resultados podrán mantener y hacer agradable su estancia aquí, y dudo si bastará. Aunque me vienen múltiples ejemplos, recuerdo el día en que un amigo, familiar de Nacho Rodríguez le ofreció a mi hijo una camiseta de su primo. Carlos, que idolatraba a Nacho, con 10 ó 11 años respondió que «si era del Barça la quemaba», y es que el abandono lo traducimos en traición. Sería como si alguien que ha sido hombre de trono en el Cristo Mutilado, tiene la suerte de portar varios años al Cautivo, pero le dice a sus compañeros de varal que a él lo que le ilusiona de verdad es llevar a la Esperanza de Triana… y sí, hasta yo que no he sacado un trono en mi vida pienso que sería espectacular, pero lo mismo no sería el más popular de mi actual cofradía por mucho que siguiese arrimando el hombro.
Todo esto pasa el último año de contrato de Plaza, con el club jugándose lo más grande de su historia reciente y con un mansaje implícito en las declaraciones de que esto se le ha quedado pequeño. Lo único imprescindible aquí es el propietario, ni dirigentes, ni entrenadores, ni jugadores van a ser eternos, pero lo cierto, es que la reconciliación con Nacho Rodríguez tardó casi 20 años en llegar, y ni las circunstancias del club, ni la identificación, ni la actuación de cada uno era comparable, así que, ojalá se quede en nada, pero estoy por pensar que no ha sido algo afortunado, por muy sincero que sea.

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