En el nombre del padre.

26 Dic

Estos días, solemos cohabitar con una costumbre, verbalizar los deseos que de forma natural deberíamos tener a diario el resto del año, pero acostumbramos a darlo por bueno, porque no andamos sobrados de buenas noticias para desdeñar las que vamos teniendo.
Si hablo de deseos, de un tiempo para acá veo en nuestro deporte algo que nunca ha estado fuera del engranaje del mismo pero que al gran público normalmente no suele llegarle, es la figura del padre-agente, o el padre-gestor de carrera, que tiene ante sí un reto apasionante: llevar a su vástago a lo más alto.
Ciertamente nunca ha estado al margen, pero lo que a la gran mayoría suele extrañar es ver un caso como el de la familia Ball, la formada por el padre LaVall y sus hijos Lonzo, LiAngelo y LaMelo. De ellos, sólo el primero de ellos ha llegado a la NBA, pero oyendo a su padre, a todos se les va a quedar pequeña.
Este personaje mediático, no ha tenido inconveniente en decir que su hijo mayor es mejor que Stephen Curry o que él mismo hubiera defendido bien a Michael Jordan en un uno contra uno.
De los dos hijos pequeños (LiAngelo de 19 años y LaMelo de 16), tras tomar recientemente un representante, a pesar de haber jugado LiAngelo con la prestigiosa UCLA, donde jugó su hermano mayor, los ha llevado a la liga lituana, al penúltimo clasificado, Vytautas Prienu-Birstonas, no fue la primera elección, ya que a primeros de mes el Lietkabelis Panevezys, dónde juega Ksystof Lavrinovic rechazó el concurso de ambos, ofreciendo por parte de su entrenador un puesto en la seguridad del club ante “la experiencia que ya tenían”.
Esta versión marca blanca de la familia Kardashian es tremendamente común en las categorías inferiores del baloncesto, que alguien relacionado anteriormente con el mismo (el padre jugó al baloncesto en la universidad donde conoció a su madre que también jugaba, y al fútbol americano como profesional), le transmita sus frustraciones a sus hijos como decía Joan Manuel Serrat es tremendamente común en nuestra cercanía pero sin repercusión mediática, para LaVar, una acusación de robo en China para el hermano ha servido para la marcha a Lituania, darle mayor publicidad a la marca deportiva propia que ya tiene su estirpe y poner bajo los focos a todos sus hijos, de momento le ha ido sirviendo para que las batallas reales tengan repercusión en todos los sitios, de momento los pequeños no han debutado, y el mayor ya ha visto como la NBA en la figura de gente como Patrick Beverly le ha hecho conocer la dureza de la realidad.
Aquí no es raro ver al padre que no sólo acompaña al hijo a jugar, sino que desde la grada le dice al entrenador lo que ha de hacer, o que tras un entrenamiento habla con el director deportivo, o que termina provocando un cambio de entrenador o de club.
Lo más curioso no es que esto ocurra en el equipo del colegio o en el del pueblo, en equipos ACB con canteras consolidadas, no es tan raro verlo, con jugadores que tienen su propio séquito que los acompaña en procesión allá dónde van y que de manera habitual pierden las formas cuando el viento no sopla en el sentido que ellos quieren.
Créanme, tras ver situaciones casi kafkianas desde la óptica del jugador, entrenador, incluso de padre de jugador “no estrella”, estar alejado de todo esto no deja de ser reconfortante, aunque de vez en cuando caiga un castigo en forma de padre que recurre a ti porque tienes que ver con los medios, y no sólo con el chaval en cadete o infantil, incluso ganando seis o siete cifras me he encontrado con gente que hablaba de lo “injusto” que era por no decir que su crío era mejor que otro compañero… aunque tuviera 30 años.
Ver estas cosas en la lejanía, limitándome a leer cosas del padre de Dario Saric o la Tribu de los Ball oxigena y permite centrarse en otras cosas, disfrutar de partidos, verlos simplemente por placer y de vez en cuando no ser todo lo objetivo que suelo ser porque juega mi equipo, aquel que quiero como si fuera mío y que ahora tiene ante sí la necesidad de dar su mejor versión para no caer en el fracaso que sería no acudir a la Copa del Rey, esto es así de cruel, y los fallos cometidos tienen consecuencia, de momento parece que el camino se enmienda en Euroliga, hay que verlo en ACB, pero la competición ni va a esperar, ni va a ser tan cariñosa como la familia, para eso ya está la afición.
La poca piedad del calendario hace que se acumulen los partidos sin remisión, pero que no se me olvide desearles lo mejor para el año próximo, si el 2017 fue bueno para ustedes, que sigan por ese camino y mejoren, y si no lo fue, que le den la vuelta por completo. Ojalá tengan siempre cuatro cosas de su lado: salud, dinero, amor y suerte.

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