De animales y cosas

19 Dic

En nuestra legislación civil los animales de compañía son considerados cosas. Ello supone que pueden ser embargados o incluidos en la sociedad de gananciales en caso de divorcio. No es habitual, pero es posible. Los jueces con buen criterio generalmente ignoran esta calificación de bien mueble y es, por ejemplo, frecuente encontrar sentencias de divorcio con un régimen de visitas para la mascota. Pero la ley debe responder a la realidad. Existen casos más desagradables, como aquellos en los que alguien adquiere un perro que con los meses resulta tener una enfermedad desde el nacimiento. Con la consideración actual, el criador cumple al cambiarlo por otro similar, no se valora el vínculo generado. El asunto se trata del mismo modo que si hemos comprado una tostadora defectuosa en la tienda.

La casuística no es menor, como apuntan los trabajos del Observatorio de Justicia y Defensa Animal. Es por ello que Ciudadanos hemos promovido una reforma de la norma decimonónica que confío en que sea aprobada a principios del año próximo. Proponemos que se cree una categoría especial para los animales de compañía en el Código Civil, de forma que sean considerados bienes extrapatrimoniales.

Además el Código Penal ya reconoce un estatus especial a los animales, al calificar de forma especial el daño que se haga a estos. No lo incluye dentro de los delitos contra el patrimonio, que es lo que se debería hacer de basarse en la misma consideración que el Código Civil. Hay que dotar de coherencia al ordenamiento.

Pero son varias las líneas de trabajo que pueden seguirse con este tema. En el Ayuntamiento de Málaga estamos trabajando en la misma dirección. Son muchas las medidas y los cambios que vamos a proponer para mejorar la situación de nuestras mascotas. Evitar abandonos, torturas, sacrificios, adquisiciones caprichosas y facilitar su identificación son los objetivos perseguidos. Que no volvamos a permitir casos como el de Torremolinos. Cada hora se abandonan en España 16 perros o gatos. Esto los condena a morir atropellados, de hambre o sed. Si tienen suerte, serán acogidos en un refugio. Somos el país de Europa donde mayor número de mascotas son condenadas por esta vía a una muerte probable. También hemos presentado una batería de medidas en el Congreso de los Diputados destinadas a erradicar estas conductas.

En palabras de Jeremy Bentham “No debemos preguntarnos: ¿pueden razonar?, ni tampoco: ¿pueden hablar?, sino: ¿pueden sufrir?”. Hemos ido desechando la violencia de nuestra vida cotidiana con el advenimiento del Estado Moderno. También se ha reducido considerablemente la que se ejerce sobre los animales. En la Edad Media se ataba un gato a un palo y se le acercaba a una hoguera, alejándolo de golpe, para arrimarlo de nuevo, riendo todos los presentes con los maullidos del animal, al que terminaban quemando vivo. Era una diversión habitual. Hoy  serían muy pocos los que aprobarían esta conducta.

Una de las afirmaciones que hacen quienes consideran estas medidas innecesarias, es que en la naturaleza un león asfixia a su presa, o un águila despelleja vivo a un conejo. Pero es que está en nuestra naturaleza el comprender el sufrimiento de nuestros semejantes, también el de los animales, por tanto se genera el deber de evitarlo. La empatía genera un imperativo moral.

En palabras de Arias Maldonado, que presenta por cierto un libro muy aconsejable estos días, para llegar a este punto “…ha bastado un ejercicio reflexivo sobre las condiciones de nuestra relación con el mundo natural, desarrollado de manera sistemática en las últimas cuatro décadas, para que nos percatemos de la dureza de nuestro trato…”.

Evitar el sufrimiento de los animales y dar especial protección a nuestras mascotas, evita también el dolor a multitud de personas que sufren con estas acciones. Pero sobre todo y lo que a mi juicio es más importante: evitar el daño a otros seres vivos nos hace una sociedad de mejores personas.

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