13 Reasons Why y Kurt Cobain

24 May
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Todos somos Hannah Baker. Entre la muerte y el sueño se juega un destino irrisorio. No recuerdo quién fue aquel que dijo, pero alguien lo dijo,  que “muerte es cuantas cosas vemos al despertar”. Hace unos días coincidimos en casa viendo el final de 13 Reasons Why y el último documental autorizado sobre Kurt Cobain. En ambos casos, la muerte, el suicidio, la juventud… Debo decir que ambos contenidos los vimos con nuestra hija, Álex, una adolescente de trece años y hablamos de ello.

13 Reasons Why es la serie de televisión de moda, mezcla de misterio y drama, basada en la novela de 2007 homónima de Jay Asher, y adaptada por Brian Yorkey para Netflix. La trama gira en torno a una estudiante que se suicida después de una serie de fracasos decisivos, provocados por individuos selectos dentro de su escuela. Una caja de cintas de casete, grabadas por Hannah, antes de su suicidio, detalla las trece razones por las que decidió acabar con su vida.

Kurt Cobain: Montage de Heck, el docu del que os hablo, es una película documental sobre el cantante de Nirvana, Kurt Cobain, que muestra, como nunca antes se había conocido, la intimidad de Kurt Cobain, rastreando su infancia y adolescencia, en un retrato íntimo del mito. Cobain se pegó un tiro en la cabeza a los 27 años. Su cadáver fuera encontrado por un electricista.

Todos hemos sido jóvenes, todos hemos sido adolescentes, todos nos hemos sentido frágiles e inseguros ante una adversidad. Todos hemos querido, en algún momento, terminar con ese dolor. Los neurocientíficos han demostrado que los adolescentes tienen el cerebro inmaduro, al parecer su corteza prefrontal, y piensan que todo lo que les ocurre, les ocurrirá para siempre. Su concepto de tiempo es distinto. Cualquier drama, cualquier pozo, cualquier palabra mal dicha o callada, es insoportable.

Muerte, suicidios, jóvenes…, otra vez. Algunos expertos en salud mental dicen que 13 Reasons Why podría suponer riesgos para la salud de ciertos jóvenes, como los que tienen pensamientos suicidas. Yo creo que la serie, o la peli de Cobain, ofrecen una oportunidad extraordinaria para debatir con los jóvenes sobre el riesgo de suicidio, así como enseñarles a identificar señales de advertencia de depresión o pensamientos suicidas entre sus compañeros y hacerles comprender, en definitiva, a contar las cosas. Lo no dicho, no existe.

El tema es serio. Entre los jóvenes norteamericanos, de 10 a 24 años, el suicidio es la tercera causa de muerte, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del país. Cada año, cerca de 157.000 personas de esa franja de edad reciben atención médica por lesiones autoinfligidas en los departamentos de emergencia de Estados Unidos.

Hay que destruir el mito del suicidio. No tiene nada de fantástico, ni es Rock n´Roll, ni mola.  Hay que conectarse con los más jóvenes y este tipo de contenidos nos conectan. Hay que hablar, hay que hablar más, quitar peso a las cosas, bajarse de tarima, y hablar con nuestros hijos. Hay que defender a los vulnerables y enseñar al resto a que defiendan a los más vulnerables. Hay que pasar más tiempo con nuestros jóvenes, ver la tele juntos, hablar de lo que vemos, tener conversaciones reflexivas y, si se puede, hay que reírse -la risa une mucho, lo sé-.

Lo importante no es la peli, ni el docu, sino el ojo que mira la peli, o el docu. Lo importante no es 13 Reasons Why, o cómo murió Kurt Cobain, sino cómo lo vemos, con quién lo vemos y lo que se hace con ello después. Lo importante es que cada interacción que tenemos, por intrascendente que parezca, es decisiva. Lo importante es que podamos aprender de ello, que nos valga de algo, a ellos y a nosotros, a todos. Al final y al cabo, de alguna manera, por activa o pasiva, antes o después, todos somos Hannah Baker.

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